Tecnologías
03.07.2025

Un “Red Bull” para biodigestores

Biogás: producen un aditivo que se echa al tanque y potencia la energía

Buscaron que la biología se comporte como una máquina y lo lograron. Hoy exportan y montaron una planta en Brasil. Fijate cómo lo hicieron

Por: Eugenia Langone mail

En las proyecciones de los renovables, el biogás es sin dudas una de las fuentes de energía que mayor escenario de crecimiento tiene por delante. Y así lo vieron los tres ingenieros químicos que, junto a un biotecnólogo sumado al equipo, gestaron entre 2019 y 2022 Hiamet, la startup santafesina que produce aditivos fundamentales para los grandes biodigestores que transforman los residuos en biogás. 

Como les gusta decir a Braulio Kreczmann, uno de los impulsores del proyecto junto a Matías Liloia, Enzo Zamboni y Cristian Pérez, el desafío es hacer que “la biología se comporte como una máquina”.

Cuando explica las posibilidades de crecimiento en diálogo con Ecobiz, Kreczmann detalla el escenario actual de la matriz energética mundial, donde las renovables representan algo más del 14% del total de producción de energía y, de esa proporción, el biogás sólo significa el 2% de la producción mundial. 

“El potencial de crecimiento es enorme”, dice el ingeniero químico que junto a su colega Liloia inició su camino en Diagrama SA, la firma santafesina que desarrolla probióticos, fermentos lácticos y cárnicos que dirige Zamboni. 

De hecho fue allí donde iniciaron investigaciones para la producción de biogás en una planta piloto de 20 metros cúbicos de capacidad. 

Los socios de Hiamet arrancaron en 2019 cuando se presentaron en una aceleradora de Buenos Aires.

“Ese fue el germen del proyecto que nos llevó a estudiar esta caja negra que es lo que ocurre dentro de los reactores, donde se producen múltiples reacciones en simultáneo y donde hay una complejidad que abre una ventana de mejoras, sobre la que comenzamos a trabajar”, explica. 

La máquina biológica

“La clave del proyecto fue entender lo que pasa dentro de los biodigestores y qué podíamos hacer nosotros externamente para que la biología se comporte como una máquina”, dice para explicar la génesis del proyecto. 

El punto, agrega, es que en la producción, a diferencia de lo que ocurre con la energía fotovoltaica por ejemplo, mejorar y hacer más eficiente el proceso no depende de los recursos tecnológicos sino de hacerlo funcionar biológicamente. 

“Lo que sucede es que una vez que lográs mantener ese proceso, podés tener energía todo el año sin depender de factores externos. Y hacia allí fuimos”, cuenta. 

La oportunidad apareció en 2019 cuando el proyecto de Hiamet fue presentado entre otros 540 a una aceleradora de Buenos Aires, quedó seleccionada entre 20, participó de un programa intensivo para transformar la idea en un modelo de negocio y volvió a quedar seleccionada entre una decena de iniciativas. 

“Ahí conseguimos el capital semilla para comenzar a materializar la idea”, señala el químico que actualmente exporta los aditivos que produce en Santa Fe a Chile y Brasil, país donde acaban de montar una planta propia para abastecer a ese mercado y tiene conversaciones con otros países latinoamericanos como Perú y Colombia. 

El proceso entre 2019 y 2022, cuando salieron al mercado, les permitió probar primero en laboratorio y luego a escala industrial la producción de los aditivos que hoy hacen funcionar a reactores de 3,5 millones de litros y que define como “un mix de herramientas que se dan a las bacterias para allí dentro trabajen mejor”. Y agrega: “Lo que hacemos es como el Red Bull de las bacterias”. 

El desarrollo de Hiamet es justamente un cocktail que aporta a la comunidad de bacterias que trabajan sobre los residuos micro y macro elementos, así como enzimas, para lograr la estabilidad y eficiencia de los biodigestores. 

“Lo que logramos en 2021 fue una herramienta que al administrarla a la comunidad microbiológica, se lograba alcanzar una performance mayor a la producción de energía que tenía en ese momento la industria”, detalla. 

Hiamet ya tiene laboratorio y planta piloto para generar biogás.

Con ese paso dado, Hiamet comenzó a abastecer a grandes reactores. “Son clientes de plantas productoras de energía, centrales eléctricas, que inyectan energía a la red a través de Cammesa”, apunta Kreczmann. 

Beneficios y proyectos

Además de avanzar en la búsqueda de “energía los 365 días del año a bajo costo”, que es uno de los objetivos clave, desde Hiamet señalaron que entre los beneficios que encuentran quienes la producen es la reducción de costos. 

“Muchos de nuestros clientes pudieron dejar de utilizar sustratos orgánicos de alto costo, como es el maíz, para reemplazarlos por otros que son 100% residuos de otras industrias, sin que eso desestabilice el proceso”, explica. 

Así, la grasa de pollo y otros residuos agroindustriales, que son compuestos orgánicos que se consideran no convencionales justamente porque pueden desestabilizar el proceso, se suman, porque “el sistema tiene la capacidad de poder aceptarlos y así generar energía a menor costo”, detalla. 

Un ejemplo claro, dice, es una planta de Córdoba que utiliza los aditivos y que actualmente trabaja con 14 efluentes agroindustriales diferentes. 

Mientras tanto, crecen mercados y alianzas estratégicas como el que realizaron con la alemana Archea New Energy, que les permitió desembarcar en Brasil, donde ésta compañía opera. En paralelo, el desafío es seguir avanzando e investigando. De hecho, ya tienen en marcha el armado de un laboratorio de biología molecular en Santa Fe con financiamiento del gobierno provincial.
 

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