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27.10.2024

Finanzas sostenibles

Son pilares de la inclusión financiera y fueron al mercado por un cheque verde

La empresa B que nació en Argentina para acercar infraestructura financiera a los barrios populares de Buenos Aires, lanzó un instrumento para apalancar nuevos servicios

Por: Sandra Cicaré mail

Hace más de dos décadas, cuando la Argentina estaba saliendo de una de las peores crisis de su historia, nació Trasa, hoy convertida en una empresa B, que se puso como meta acelerar la inclusión financiera en los barrios populares mediante un mejor acceso a la infraestructura. Y en un paso más hacia ese propósito, a principios de octubre lanzó un instrumento verde a través del Mercado Argentino de Valores (MAV) para financiar la instalación de dispositivos electrónicos para procesar transacciones con tarjetas de crédito, debito y otros medios de pago.

“Buscamos darle mayor infraestructura a los comercios barriales y elegimos hacerlo financiándonos a través del mercado de capitales”, detalló el creador y titular de Trasa, Ricardo (Ricky) Minicucci.

La empresa libró un cheque de pago diferido (e-cheq) por un monto de 20 millones de pesos a un plazo de 56 días, que rápidamente fu aceptado por el mercado. “Fue muy exitoso”, recordó el empresario y explicó que “este es un fondeo que nos permite seguir cumpliendo con nuestro propósito, que en este caso es poner terminales de captación de pagos de la Trasa en comercios barriales para que puedan operar con tarjetas o pagos electrónicos”.

Se trata de un instrumento “verde” porque reconoce su condición de Empresa B certificada, un mercado donde hay inversores interesados “a los cuales les puede resultar atractivo tener un instrumento de una empresa que cumpla con buenas prácticas”, explicó Julián Galles, economista en MAV quien explicó que Sistema B es la entidad certificante homologada por la institución que da fe de las acciones de triple impacto de la empresa.

Ricky Minicucci explicó que hay un movimiento de empresarios de triple impacto que crece.

No es la primera vez que Trasa, la primera empresa de su tipo que se instaló con un cajero automático en la Villa 31 en Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Caba) en 2018, se lanza al mercado de capitales para ampliar su capital. Hace más de 16 meses lanzó la primera obligación negociable (ON) social para una firma de este tipo junto a Banco Galicia, el estudio Beccar Varela y la certificadora SMS. “Nos fue muy bien porque tuvimos cinco veces más oferta del financiamiento que salimos a buscar”, recordó Minicucci.

Para el férreo militante del Sistema B y presidente de Círculo de Impacto B la avidez de los inversores puede venir “del convencimiento o de la conveniencia” pero en cualquier caso consideró que hay un movimiento de empresarios que comienzan a realizar desembolsos en proyectos de triple impacto, que resuelven problemas sociales y ambientales además de la meta económica. 

“El mercado estaba muy ávido de estas propuestas de instrumentos verdes porque detrás están las sociedades de Bolsa y los bancos quienes quieren tenerlos dentro de su cartera”, dijo y aunque reconoció que la liquidez va fluyendo de a poco, “hay sobreoferta cuando se lanza alguno”, indicó. En general con tasas más competitivas.

El fundador de Trasa consideró que “desde el punto de vista económico ser una empresa B es rentable, incluso para sus proveedores e inversores”, pero aclaró que la rentabilidad no es una meta, sino un medio, “como la sangre lo es para que funcione el cuerpo”, ejemplificó. Y también planteó su convencimiento que un modelo de negocios de estas características le soluciona el problema, especialmente a las pequeñas y medianas compañías, porque “todo fluye dentro de la organización”, dijo.

Desde la crisis a la inclusión

La historia de Trasa se remonta a fines del año 2001 cuando comenzaron a diseñar un producto de impacto social como fueron las tarjetas para realizar llamadas telefónicas internacionales, un producto de bajo precio en un momento en el cual las comunicaciones eran muy costosas. Al tiempo, desarrollaron una plataforma de puntos de venta y recarga de celulares y tarjetas de transporte.

Pero la idea que Minicucci tenía en mente era replicar en Argentina el modelo de corresponsales bancarios que existía en Europa, donde en un solo lugar se podían realizar todo tipo de transacciones financieras y de servicios. 

De todos modos, debido al monopolio de los bancos o entidades financieras en este mercado, no pudo materializarlo hasta 2015, cuando pudieron instalar los primeros cajeros automáticos de Trasa en distintos barrios populares de Buenos Aires.

Este trabajo en el territorio en la búsqueda de la inclusión financiera, les permitió armar una amplia red de comercios y personas que le sirvió a Trasa como base para la emisión de su propia tarjeta junto a banco Santander. “Allí me di cuenta que me había metido en el negocio financiero”, se sinceró Minicucci, quien durante la pandemia ideó junto a su esposa, que es arquitecta, la idea de realizar instalaciones barriales, es decir espacios de atención al público donde los vecinos pudieran realizar todo tipo de transacciones denominadas Unidad Modular de Inclusión Financiera (Umif), que hoy tienen instalados en diferentes barrios bonaerenses.

“Con esto mejoramos la realidad de los vecinos, le damos una servicio al gobierno y un beneficio a la empresa. Es ganar por tres”, dijo el empresario para quien la inclusión financiera termina generando un impacto positivo en las comunidades, y lo ejemplificó: “En la Villa 31 antes de instalar el cajero en 2018, la gente caminaba 30 minutos para encontrar un cajero y cuando volvía a su casa traía mercadería que había comprado en ese trayecto. Cuando tuvieron la terminal en su barrio, ese dinero lo gastaban en el comercio de su barrio y eso generó un círculo virtuoso”.
 

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