Menos huella
Con capas y tejidos usan la ingeniería para proteger al suelo
Utilizan materiales geosintéticos y bioingeniería para atender la demanda de sectores con alto impacto ambiental como gas, petróleo y minería. Mirá cómo lo hacen
Por: Eugenia Langone mail
Con más de cuatro décadas de trabajo en soluciones para la protección y regeneración del suelo en obras civiles y ambientales, en Coripa SA se preguntaron qué significa ser una compañía “exitosa” en el tiempo y muchas de las respuestas las encontraron en el cuidado del medio ambiente. Nacida como una empresa familiar a finales de los años 70, hizo punta desde la década del 90 en el uso de materiales geosintéticos y actualmente, certificada como empresa B, atiende sus rubros más tradicionales como obra viales, puertos, industrias y urbanizaciones, además de responder al incremento de la demanda del sectores de alto impacto ambiental como los de gas y petróleo.
“Todos los materiales con los que trabajamos promueven el ahorro de recursos naturales”, explica a Ecobiz el gerente general, Federico Dal Farra, y agrega: “No sólo son materiales que hacen a la durabilidad de las obras, sino que además evitan el movimiento de grandes cantidades de suelo o el uso de materiales naturales tradicionales, como pueden ser las piedras, que deben ser extraídos y trasladados, lo que implica un alto impacto”.
Nacida en la previa del ingreso de los geosintéticos al mercado, se especializó desde 1978 y hasta entrados los 90 en obras civiles y de defensa de costas, como son los tablestacados de hormigón y madera que se utilizaban para la contención de las costas, con un “alto perfil técnico”, señala Dal Farra, hijo del arquitecto que puso en marcha la compañía.

La llegada de los primeros geosintéticos para el refuerzo de suelo y control de la erosión en las obras marcó un cambio que se aceleró ya entrados los 2000 y que, en la última década, se profundizó con los objetivos de la compañía en materia de sostenibilidad y cuidado del ambiente.
“Si uno lo piensa, el desarrollo de los geosintéticos justamente permite proteger el ambiente en espacios contaminantes, como son los rellenos sanitarios donde se evita la contaminación de las napas, lo mismo que rellenos industriales. Y en los casos de las defensa de la costa, lo que se evita es perder suelo orgánico y tener un impacto positivo”, explica el Dal Farra, que reconoce que a partir de “la pregunta sobre el éxito y la sostenibilidad en el tiempo de la propia empresa, que empezamos también a pensar en lo ambiental y a ponerlo en palabras”.
Triple impacto
Certificada como empresa B y dos sedes - en Caba y Tigre - Coripa propone acciones “basadas en un modelo de triple impacto positivo ambiental, social y económico”. Una apuesta que además ya exportan a otros países de la región como Paraguay, Ecuador y Uruguay, donde han desarrollado proyectos.
“Frente a un contexto económico y social cada vez más desafiante por requerimientos de infraestructura, necesidades de preservación de recursos naturales y problemas de cambio climático, la ingeniería con geosintéticos contribuye a evitar la contaminación, mitigar la erosión y hacer más eficientes las obras de ingeniería, cuidando el medioambiente y permitiendo el desarrollo sostenible de la actividad humana”, dice su carta de presentación en su sitio web.
Sobre el proceso de certificación, Dal Farra señala que “fue un camino fluido” que se inició “a partir del compromiso real que la empresa tiene con el ambiente”, pero además ayuda “en el marco de un movimiento grande de empresas B que se está dando a conocer y vincularse con otras compañías, así como al posicionamiento”.
La demanda en gas y petróleo
En el último tiempo, a partir del incremento de la actividad y de la demanda, la empresa profundizó el trabajo con las industrias de gas, petróleo y minería, sin dudas dos de los sectores más observados por su impacto ambiental.
“Allí el tema que nos aparece es cómo plantear la sustentabilidad siendo estas empresas extractivas y donde lo que buscamos, desde acá, es que las operaciones que llevan adelante sea más sostenibles y de menor impacto porque lo que decimos es que el problema es llevar al límite el modelo extractivista”, explica el gerente y señala los diferentes modos en que Coripa se vincula a estos proyectos.
Si bien marca “un cambio de tendencia”, también señala que eso sucede “lentamente”. Por eso marca como clave el trabajo que llevan adelante a través de organismos del Estado. “Trabajamos, por ejemplo, en Neuquén donde se pusieron sobre la mesa las soluciones posibles y es desde el mismo Estado, de donde después bajan los requerimientos a las empresas a través de los pliegos de licitación de las obras, porque de otra manera quizás no estarían garantizados. Allí, lo que hacemos es intentar garantizar que lo que se haga, se haga de la mejor manera posible”, explica.
Así, en estas industrias puntualiza que hay dos aspectos desde donde trabajan: uno es la instalación de barreras físicas para evitar lo que define como “problemas que luego son más costosos de resolver” y el segundo, la mejora a nivel de procesos en la producción.
“En el primer caso, por ejemplo, trabajamos con materiales específicos para la impermeabilización de tanques y repositorios de hidrocarburos; así como ahora estamos desarrollando un proceso para la recuperación de la arena que se utiliza en el proceso del fracking que es de muchísimo volumen y que tiene un alto impacto”, detalla.

La mayor demanda, apunta, tiene que ver “con evitar acciones por contaminación y eso tiene que ver con un cambio de tendencia”.
Soluciones basadas en la naturaleza
En la búsqueda en materia de sustentabilidad en cada oferta, de un tiempo a esta parte comenzaron a trabajar en soluciones basadas en las ciencias biológicas con la ingeniería civil.
“La bioingeniería”, como se define, busca así soluciones basadas en la propia naturaleza, de menor impacto y más sostenibles en el tiempo.
“Se trata de buscar alternativas en la propia naturaleza, como es el uso de la vegetación natural para la estabilización de una barranca que puede ser un proceso más lento, pero que a la larga es más sostenible y durable en el tiempo”, explica Dal Farra.
Ese cambio de perspectiva, admite, significa para muchas empresas “dejar de hacerlo del modo en que se hizo tradicionalmente” y señala múltiples alternativas sobre las que ya trabajan en ese sentido.
“Lo estamos trabajando, caso a caso, en industrias que quieren proteger el suelo o cuando se hacen cierres de rellenos industriales -detalla-. Allí, lo que ofrecemos es restaurarlo con especies nativas y vegetación, lo que termina convirtiendo un pasivo en activo”.