Movilidad
14.09.2024

Transporte para todos

Toda la tecnología sobre dos ruedas

Crearon un sistema de bicicletas que reúne en la unidad todas las prestaciones de movilidad y tecnología. Están en seis provincias argentinas

Por: Eugenia Langone mail

“La magia está en la bicicleta”, dice Mariana Nocino y lo reafirma con la convicción de que eso que sucede en Smod, la empresa de la cual es gerenta general, es mucho más que un desarrollo tecnológico puesto a disposición de la movilidad sostenible. Sus sistemas de micromovilidad y centenares de sus bicicletas, hechas en la ciudad de Rosario, ya funcionan en más de seis provincias del país. 

La firma rosarina, que es una empresa B certificada, tomó hace algunos años uno de los principales déficits -o “dolores”, como lo llama Nocino- de los grandes desarrolladores de sistemas de bicicletas públicas utilizados en las metrópolis de América latina, incluidas las de Argentina, que es la necesidad de conectividad, tendido eléctrico y de la enorme infraestructura necesaria para montar cada una de las estaciones en los centros urbanos. 

¿Cómo lo resolvieron? Concentrando toda esa tecnología en la misma bicicleta. Cada unidad producida tiene un candado inteligente que se destraba a través de un código QR que es escaneado por los usuarios del sistema a través de una aplicación, tiene 4G, bluetooth y acelerómetro.

Mientras tanto, dice Nocino, “los bicicleteros para montar las estaciones tienen una forma particular, pero son de chapa”, explicó y además en el lugar “se instala un tótem informativo donde se detallan las estaciones y el modo de uso. El resto está todo en la misma bicicleta”, agregó. 

Además, esta modalidad permite que una vez que el rodado es destrabado del bicicletero y se inicia el viaje, envíe al sistema central información en tiempo real sobre dónde está la unidad, qué recorrido realiza, la cantidad de kilómetros, el punto de llegada e incluso si es vandalizada. 

Todos esos datos son los que permiten realizar estadísticas y precisiones sobre el uso mismo del sistema, pero también llevar adelante un cálculo sobre el ahorro de dióxido de carbono (CO2) que se logra reemplazando los viajes a combustión por traslados en bicicleta.

Ese cálculo, explicó la gerenta de Smod, se lleva adelante a través de una encuesta realizada específicamente a los usuarios que utilizan el sistema en reemplazo de viajes en auto o taxi, de modo de “medir un impacto relativamente real”, dice. 

En Mendoza, a un año de implementado este sistema, ya se estimó un ahorro de 10 mil kilos de emisiones de CO2 en la ciudad.

Ciudades más chicas

La definición específica de lo que hacen las más de 20 personas que son parte de Smod son “soluciones de micromovilidad para ciudades emergentes”, lo que se ofrece a través de sistemas “más accesibles, flexibles y sostenibles”.

En términos concretos, la gerenta de la planta señala que lo que permite concentrar la tecnología en la bicicleta son “tres puntos clave” que identifica de la siguiente manera: “la escalabilidad del sistema, es decir comenzar con esquemas pequeños y expandirlos a medida que la ciudad lo demanda; flexibilidad, esto es, mover las estaciones con facilidad si así se requiere, y finalmente, encontrar una manera de responder a la demanda de bicicletas compartidas para ciudades emergentes que no pueden hacer frente a grandes costos de infraestructura”.

"Buscamos aportar soluciones de movilidad para ciudades emergentes que no resultan un mercado atractivo para las grandes empresas"

El mejor ejemplo de escalabilidad, para Nocino, es lo que sucedió en Paraná, Entre Ríos, donde Smod hizo la planificación y la implementación del sistema. “Ellos comenzaron con un esquema de apenas 30 bicicletas, algo bien turístico por la costa del río y por la demanda que existió ahora lo extendieron al área central que cuenta con más de 170 bicicletas”, explica.

Pero ni la ciudad de Paraná ni su vecina Santa Fe, del otro lado del río, son los únicos puntoS del país donde Smod desembarcó. Catamarca, La Rioja, Escobar (Buenos Aires), Mendoza y cinco localidades de su área metropolitana están entre las ciudades que las adoptaron. Allí, ya están rodando unas 750 bicicletas y se sumarán 750 más. 

Un sistema para cada ciudad

Hacer que el sistema funcione en una ciudad empieza mucho antes de que comience la producción de bicicletas. Que las localidades sean pequeñas, es también un desafío para esta iniciativa. “Hemos tenido reuniones con localidades que son casi pueblos grandes y para nosotros hacer viables estos sistemas en esos lugares, ciudades que son emergentes, es verdaderamente un orgullo porque son puntos del país que de otra manera no lo podrían tener estas prestaciones”. 

Eso sucede, agrega, por dos razones: no sólo porque no podrían enfrentar los costos, sino porque a las grandes empresas las pequeñas localidades les resultan un mercado atractivo.

Así, poner a andar bicicletas en estas ciudades que en ninguno de los casos superan el medio millón implica un proceso previo de “planificación” en cada una de ellas. 

Para eso, no hay recetas ni tampoco fórmulas estandarizadas. “No se puede decir que se necesitan tanta cantidad de estaciones o de bicicletas por cada determinado número de habitantes”, aclara Nocino, y despliega una cantidad de variables a tener en cuenta, que están por encima de los números de personas que viven en el lugar. Por ejemplo, si son ciudades universitarias o no, la cantidad de puntos de atracción que poseen, si son zonas turísticas o si su población es mayoritariamente joven. También, el desarrollo del transporte público y la infraestructura ciclista existente, la extensión y la geografía, enumeró.

“Recién con la planificación hecha se lleva adelante la etapa de implementación, que además de la producción de las bicicletas tiene que ver con un fuerte proceso de comunicación, ya que es necesario que la gente se apropie de los sistemas para que funcionen”, indica. 

Si bien acompañan la tercera fase del proceso, en la mayoría de los casos la puesta en marcha y la operación misma del sistema queda en manos de los municipios, del mismo modo que la definición del costo o gratuidad del servicio para los usuarios. La “revolución de la movilidad”, como lo señalan en su sitio web, está en acercar hasta allí esa posibilidad. Toda esa magia que llevan en la bicicleta. 
 

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