Actualidad
06.09.2024

Encuentro

Tribu de los que se juegan por el medio ambiente se juntó en Purmamarca

Todos los años, los primeros jueves de septiembre, personas de todo el país y la región, se reúnen en forma espontánea para dialogar sobre acciones que contribuyan a transformar la vida en el planeta

Por: Sandra Cicaré mail

Cada primer jueves de septiembre, a las 9 de la mañana, hay una cita en la plaza de Purmamarca, la localidad jujeña protegida por el Cerro de los Siete Colores en el noroeste de la Argentina. Entre casas de adobe, un mercado popular de artesanías y la naturaleza que se impone con su belleza, personas de todo el país - y ahora también del mundo - se reúnen para “tener conversaciones de calidad”,  que no distinguen edades, condiciones sociales, ni credos, pero que tienen en común la idea de accionar para lograr un mundo más sostenible e inclusivo.

Es una movida que así como comenzó se sostiene. Fue espontánea. Un empresario e integrante de Sistema B - la organización sin fines de lucro que cree y trabaja por una economía más justa, equitativa y regenerativa para las personas y el planeta - como es Pedro Friedrich (Tonka) junto a otros se venía encontrando en Buenos Aires con un referente jujeño como Jorge Gronda, médico que impulsó una transformación en el sistema de salud del lugar inspirado en los saberes indígenas. 

Un día, Gronda les propuso mudar ese diálogo a su tierra y así surgieron los encuentros en Purmamarca, donde se dialoga sobre sostenibilidad, triple impacto, regeneración, pero también sobre temas culturales y sociales. El hecho de que no exista una agenda preestablecida no significa que no maduren ideas de acciones concretas que luego cada uno llevará a su territorio o su entorno para ejecutarlas.  

“Las palabras transforman”, contó a Ecobiz Rómulo Bertoya, un empresario de Rosario que por primera vez participó de ese encuentro de cuatro días que comenzó el jueves 5 de septiembre y se extenderá hasta el domingo 8.

Si bien fue su primera experiencia en Purmamarca, Bertoya es un activo militante de estos temas. Hoy forma parte del consejo nacional de Empresas B de Argentina y llevó a su empresa constructora Pensaer un modelo de integración como la que surgió con la experiencia de los Tigres, un proyecto que nació como una práctica deportiva de rugby en un barrio de las afueras de Rosario y terminó convirtiéndose en un espacio de promoción social de chicos y sus familias.

Los encuentros en Purmamarca no tienen organizadores, ni propósitos. No se hacen balances ni resúmenes, sólo son espacios de encuentro intergeneracionales y multiculturales. Bertoya explicó que en esta ocasión el primer día a las charlas se sumaron unas 60 personas y ese número se multiplicó por cuatro o por cinco hacia el fin de semana. Vienen de distintos puntos del país, pero también de otros lugares de la región como México, Paraguay, Brasil, contó.

La única condición es juntarse a las 9 de la mañana y a las cuatro de la tarde en rondas que sólo tienen tres principios: “el valor de estar juntos por encima del valor de estar de acuerdo; el compromiso de usar las energías para compartir y no para convencer; y autorregular el impacto”, contó Bertoya para explicar la importancia de encontrarse con otros, en general desconocidos, a los que cada uno se acerca a través de la palabra y no mostrando sus títulos o su pertenencia a algún lugar. 

Empresarios, docentes, estudiantes, trabajadores de distintos sectores se juntan y dialogan. A ellos suelen sumársele turistas que se ven interesados y también los propios habitantes de la zona. Nadie se presenta contando cuál es su profesión, sino en general qué le interesa, cuáles son sus gustos y su mirada sobre el mundo. 

La dinámica también es espontánea. Una vez en la plaza alguien propone un tema y se larga el diálogo, que procuran se arme en grupos reducidos para poder facilitar el intercambio y la escucha atenta.

La propuesta es caminar mientras se dialoga y allí la naturaleza oficia de escenografía. “Si bien es un hermoso lugar también obliga a despojarse de las comodidades”, explicó Bertoya.

Las sesiones de charla son de dos horas aproximadamente, pero luego ese intercambio que se produce lleva a que durante los cuatro días haya otros espacios de diálogo. 

“Es la auténtica definición de red social, no intermediada por algoritmos que generan más aislamiento, sino el contacto humano, que es la real conexión con el otro”, concluyó el empresario rosarino que prometió ser un propagador de esta idea que considera “transformadora”.


 
 

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