Negocios
29.08.2024

Reciclado de plásticos no tradicionales

De silobolsas a mochilas: una apuesta social que emplea a un centenar de familias

La empresa Leaf Social tiene sede en Tigre (Buenos Aires) pero trabaja con talleres textiles de todo el país. Convierte desechos plásticos en artículos como carteras y gorras. Apuntan a generar un impacto ambiental y social 

Por: Eugenia Langone mail

Cintia Fehling ya no tiene donde almacenar desechos textiles y plásticos, y - medio en broma, medio en serio -  propone una mudanza para poder encontrar más lugar donde depositar todo ese material que cientos de manos transforman en accesorios de moda. 

Le es difícil no buscarle una segunda vida a “casi todo” -algo que confiesa aprendió de su mamá-, y la llevó a hacer de Leaf Social una empresa que convierte silobolsas, lonas de banners y tapizados, además de bolsas arpilleras de plásticos (plastilleras) de legumbres y hasta velas náuticas en mochilas y carteras, materas y riñoneras, materas y bandoleras, kits de oficina, porta notebooks y luncheras, y ahora también gorras. 

Si bien el primer impacto que buscaban era el social, y así lo dejan en claro desde el inicio de la charla con Ecobiz, cuando comenzaron a ver las posibilidades de la industria de la moda, un sector que es nada menos que el segundo contaminante a nivel mundial, no tuvieron dudas de que era por ahí había que ir.

Trabajamos fundamentalmente con plásticos de un solo uso que no son los tradicionales, como vasos, sorbetes y cubiertos”, explicó la diseñadora sino los textiles plásticos que se utilizan principalmente como packaging, a los que fueron sumando posibilidades. 

En números, Leaf Social ya lleva reconvertidos más de 22.400 metros cuadrados de siete  diferentes tipos de materiales plásticos en ecoproductos. 

Al cierre de 2023 se recuperaron 1.680 metros cuadrados de tapizados de autos, casi 2.000 metros cuadrados de arpilleras plástica de cervecerías y legumbres, más de 4.700 metros de lona de banners publicitarios y más de 11.600 metros cuadrados de silo bolsa, un material que en el ambiente se estima que demora unos 500 años en degradarse.

“Cada material tiene sus características y posibilidades”, explica Fehling. Sin embargo, señala que es el silobolsa lo que mayormente les permite la producción en serie. Son las conocidas piezas que

“Son enormes y están por todo el país”, dice antes de explicar el proceso que llevan poder reutilizarlos, lo que incluye cuatro instancias de limpieza, el corte en láminas de dos metros por dos metros, y luego se transportan a los talleres donde se hace una última limpieza antes de comenzar el proceso de moldería en el que se reconvierten en algo nuevo. 

“Yo hice tu bolso”

Con experiencias en voluntariado y organizaciones no gubernamentales, quienes son parte de Leaf Social iniciaron el negocio pensando, sobre todo, en hacer de eso “un espacio de oportunidades para quienes veníamos escuchando en contexto de vulnerabilidad: madres o abuelas jóvenes a las que veníamos sin oportunidades”. 

Leaf Social tiene oficinas en Tigre pero trabajan con talleres y cooperativas de diferentes puntos del país.

Esto también se dio en un contexto en el cual la industria textil venía muy golpeada. Primero a partir de 2017 con la apertura de las importaciones y luego en 2020 con la pandemia, períodos en los cuales muchas pequeñas y medianas empresas se vieron seriamente afectadas.

“Esa mano de obra que tuvo que dejar las máquinas para irse a buscar otras changas, así como cooperativas y organizaciones que trabajaban de esto, fueron las que fuimos sumando al proyecto para la producción”, cuenta Cintia sobre un proceso que arrancó dándole empleo a unas cinco familias para llegar a sumar un centenar en la actualidad. 

“¿Y vos sabés quién hizo tu producto?”, preguntan desde la redes de @leaf.social para mostrar justamente el rostro y  las historias que hay detrás de cada uno de los productos que comercializan.

“Queremos darle trazabilidad a esas historias, es una forma de tomar conciencia no sólo sobre la reutilización de materiales que compramos, sino además sobre quién lo hace”, agrega. 

A ese objetivo inicial se suma la idea de “federalizar” el proyecto. “Tenemos las oficinas en Tigre, pero trabajamos con talleres y cooperativas de diferentes puntos del país y buscamos nuevos lugares donde hacerlo”, puntualiza. 

Se trata no sólo de sumar manos, sino además de aprovechar la estructura en desuso que hay en diferentes provincias para, al mismo tiempo, mejorar la logística que significa trasladar toneladas y miles de metros cuadrados de tela, fundamentalmente silobolsas, que deben recorrer miles de kilómetros en el país. 

“Trabajamos con talleres de Santa Fe, uno está en Sancti Spiritu, así como hay talleres en Santiago del Estero -continúa-. En esta mirada federal, estamos buscando poder procesar materiales en Chaco y fundamentalmente apuntamos a Catamarca, donde sabemos hay muchos talleres de grandes marcas que quedaron parados y que tienen las máquinas paradas y sin uso”.

La moda, la segunda más contaminante

La apuesta de Leaf, además de evitar el uso de materiales que tardarían entre 150 y 1.500 en degradarse en el ambiente o peor aún muchas veces terminan quemados, es bajar los niveles de contaminación de una de las industrias más tóxicas a nivel mundial. 

La moda produce alrededor del 10% de la huella de carbono anual, una proporción que la pone por encima de todos los vuelos internacionales y el transporte marítimo combinados. 
Y eso no es todo. Es la segunda más contaminante del agua, ya que utiliza cada año más de 93 mil millones de metros cúbicos, una cantidad suficiente para abastecer a más de cinco millones de personas. Es un dato nada menor si se tiene en cuenta que para el 2023 existe un 26% de la población mundial que no cuenta con agua potable. 

Según datos de la Organización de Naciones Unidas, sólo fabricar una camisa de algodón consume más de 4 mil litros de agua, un pantalón requiere el uso de 7.500 litros, y un par de medias y ropa interior superan los 2 mil litros.

Eso sólo contando el proceso de fabricación, que genera el 20% de las aguas residuales, en las cuales distintos estudios internacionales han detectado metales como cobre arsénico, cadmio, zinc, manganeso, mercurio, cobalto, níquel, titanio y plomo.

La presencia de esos contaminantes tiene que ver con el uso de colorantes, más de 10 mil tipos diferentes de productos, de los cuales se estima que más del 50% son tóxicos. 

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