Desde Misiones
El té que viaja lejos sin dejar huella
Una de las principales exportadoras de té de la Argentina trabajó junto al Inti para optimizar la producción con un concepto sustentable
Nacida en plena selva misionera, Klimiuk Infusiones, la empresa familiar que pasó de ser un modesto acopio para convertirse en uno de los principales exportadores de té de la Argentina, decidió dar un paso más y avanzar en la medición de la huella hídrica y de carbono, para sumar acciones que garanticen una producción más sustentable.
En un trabajo conjunto con el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (Inti), la empresa fundada en 1970 por Vicente Klimiuk y Elsa Catalina Kozachek en el corazón de Misiones, encaró diversos proyectos que le permitieron mejorar competitividad y sustentabilidad. “Hemos llevado a cabo un análisis del ciclo de vida del té, evaluando los impactos ambientales como la huella de carbono y la huella hídrica. Esto ha permitido a la empresa tomar decisiones para optimizar su producción y mejorar su posición en los mercados internacionales”, dijo Eugenio Micucci, director técnico del Inti en la región NEA.
La empresa produce té negro, verde y yerba mate en una zona libre de contaminación, de caza furtiva e incendios forestales con un concepto de producción que respeta la flora y fauna nativa.
Las plantaciones Klimiuk Infusiones están ubicadas la Selva Misionera y la producción industrial en la localidad de Campo Viera.
“Aunque el impacto medioambiental del té es muy pequeño en comparación con otras bebidas, creemos que siempre hay margen para seguir mejorando y junto con aliados estratégicos, nos esforzamos en lograr métodos de producción más eficientes y un uso racional de los recursos”, indicaron desde la compañía, que tiene presencia en doce países y la ambición de expandirse a nuevos mercados como Kuwait, Arabia Saudita y Egipto.

Estudios realizados por el Inti liderados por la Mgr. Andrea Acosta junto a la Agencia Misionera de Innovación del gobierno de Misiones, documentó que elaborar un kilo de té negro tipificado, industrializado, con destino a exportación, impacta en el ambiente hasta 11 veces menos que el mismo té producido en China y 7 veces menos que India, las potencias mundiales del sector.
Por otra parte, la evaluación de huella ambiental de producto, enfocado en las cadenas del té y la yerba mate argentina, demostró que Argentina incide hasta 32 veces menos que en Sri Lanka, y 12 menos que Kenia y Taiwán, países competidores en el comercio exterior.
Un nuevo rumbo
“En el 2001, durante la grave crisis que afectaba a Argentina y paralizaba muchas unidades productivas, nosotros contábamos con abundante materia prima y decidimos apostar por el agregado de valor. Así comenzamos a industrializar nuestro propio té”, recordó Jonathan Klimiuk, gerente de la empresa. Esa decisión, tomada en plena incertidumbre, fue el puntapié para que la empresa evolucionara hasta lo que es hoy: una firma con 1.500 hectáreas de producción y una capacidad de exportación que aspira a alcanzar los 4.000.000 de kilos este año.
Su producto estrella es el té negro en distintos grados, éste se destaca por su sabor y su exclusividad. “Somos los únicos capaces de replicar un blend de 100 gramos a 24 toneladas sin alterar su sabor”, afirmó el ejecutivo.

El trabajo conjunto con el Inti no sólo fortaleció los procesos de calidad, sino que también consolidaron la reputación de la empresa como responsable con el ambiente. “Gracias al Inti, hoy podemos decir que producimos con eficiencia energética y somos más competitivos”, agregó Klimiuk. La empresa utiliza la energía solar mediante la instalación de paneles para el abastecimiento de los procesos productivos, como el intercambiador de calor.
Esa combinación de innovación y respeto por el ambiente convirtió a la marca en la preferida de importadores en Estados Unidos, Rusia, Malasia, República Checa y Polonia. Pero la firma busca más. “Queremos conquistar nuevos mercados como Oriente Medio, donde el té es una bebida de culto. Sabemos que nuestra calidad nos abre puertas”, aseguró Klimiuk.