Diseño con compromiso
Fabrican stands que tienen historias para contar
Nacieron como estudio de arquitectura y sumaron una fábrica que realiza la infraestructura para ferias y eventos. Su modelo de negocios es darle otra vida a los materiales utilizados
Por: Sandra Cicaré mail
“Donde otros ven un stand nosotros vemos una historia para contar”, dice con claridad Maria Carolina Maciel, la arquitecta nacida en Santa Fe, graduada en la Universidad Nacional del Litoral (UNL) que hace casi dos décadas desembarcó en Buenos Aires y hoy - después de un largo camino y una trayectoria en la que fue sumando experiencias - es la titular de Estudio Rec, dedicado especialmente al diseño y fabricación de de stands para ferias, eventos y presentaciones de productos, pero con un modelo de negocios único en el país para el rubro, orientado a darle una nueva vida a los materiales que se desechan.
Con la energía propia de una geminiana que busca incansablemente otra forma de hacer las cosas, Caro - como se presenta - señala que su sueño es “cambiar la industria” y de hecho, trabaja en ese sentido.
Actualmente su empresa, que comenzó como un estudio de arquitectura propio hace diez años con sede en Olivos (Buenos Aires), hace dos también se transformó en una fábrica en Hurlingham, donde montan los stands que diseñan y crean.
La empesaria reconoce que esta industria “es muy sucia”, en el sentido de que se invierte mucho dinero y todo lo que queda tras pocos días de exposición se desecha.
Por eso, desde Estudio Rec decidieron primero ofrecerles a los clientes darle una nueva vida a los materiales de desecho de los stands, como maderas, hierros, lonas vinílicas, telas, acrílicos o vidrios. Lo que comenzó como una sugerencia hace algunos años, ahora se convirtió en una política de la empresa. “La propuesta siempre que nos contratan es que una parte del material se convierta en otra cosa, como puede ser mobiliario o componentes”, aclara Maciel.
En un informe que realizaron en el estudio en ocasión de la década de vida, detallan que en eventos de corta duración, como es una feria comercial típica, se generan hasta 20,4 kg de residuos/m2, superando los desechos de una vivienda promedio.
Allí explican que a pesar de la gran inversión que representan estos stands que habitan grandes ferias como las tradicionales del campo (Expoagro, Agroactiva, Congreso de Aapresid, entre otras) o congresos de cualquier rubro, son de naturaleza temporal, lo que trae aparejado un alto costo ambiental debido a la elevada cantidad de residuos generados, que rara vez encuentran una segunda vida. Como en toda idea innovadora, ésta también surgió de un interrogante, pero también de una historia y una formación.
“Vengo de una casa donde se alarga la vida a los materiales por concepto, es generacional, diría epigenético”, reflexiona la titular de Estudio REC al recordar una experiencia que lo resume. “Todo comienza con una silla”, anticipa y agrega: “Cuando era chica íbamos con mi hermana por la calle y siempre juntábamos cosas que nos gustaban. Un día encontramos una silla rara y original en la basura y se la llevamos a mi mamá. Le faltaba una pata y mi papá la hizo arreglar y duró diez años, de hecho se convirtió en la silla de la computadora”, dice. “Eso marca que veníamos programadas con la idea de que a las cosas hay que alargarles la vida, mucho más en un contexto de obsolescencia programada donde todo tiene un tiempo y luego se tira”.
Maciel arrancó su trabajo abocada a la arquitectura efímera, porque “me parecía mas creativa, se usaban más materiales y en poco tiempo habia cambios”, dice. Lo hizo primero en un estudio, luego se asoció a una fábrica muy grande y allí comprobó la inutilidad de los materiales que quedaban luego del desarme de un stand. “Ante eso siempre me daba vueltas la pregunta de qué hacer con todo eso”, recuerda y también reconoce que eran tiempos donde hablar de reciclaje, sustentabilidad y triple impacto era muy poco común.
“Las empresas con todo derecho quieren tener los mejores materiales y diseño”, asevera, pero había algo que seguía dando vueltas en tono interpelador.
“Hace diez años en Estudio REC comenzamos a darle nueva vida a los materiales de los stands, pero todo comenzó por una joven millennial que en ese momento trabajaba para una gran empresa como Techint que vio la oportunidad de diseñar un stand que luego se transformaría en mobiliario para donar a la comunidad”, recuerda. “Ella fue quien encendió la chispa, inspirando a sus colegas y superiores, y quien impulsó para que nos seleccionen como proveedores para realizar el stand de la empresa”, agrega.
“Curiosamente, a los dos meses, ella se fue de la empresa, pero su visión, su apuesta dejó una huella en la comunidad y nosotros con este primer paso, iniciamos un viaje de transformación que, década después, sigue sumando aliados”, agrega la titular de Estudios REC.
Es decir, pasaron del paradigma de usar y tirar al de usar, transformar y regenerar para agregar valor social y ambiental a la propuesta que ofrecen, lo que claramente se puede definir como “diseño con propósito”. También la definen como las 3R, reducir, reutilizar y reciclar
La empresria explica que su estudio fue de la primera camada de empresas multiplicadoras B y aunque no certificó siguió firme en su modelo de “triple impacto”, algo que según dice “tiene que ver más con una cuestión de valores y de hacer algo más por el negocio”.
A lo largo de esta década desde la empresa lograron transformar los descartes de materiales post-evento en componentes útiles para la comunidad como bancos, mesas individuales, bibliotecas, mochilas, huertas, composteras o merchandising.
Experiencias de transformación
Estudio REC tiene grandes clientes como por ejemplo Banco Galicia, al que le montó durante tres años el stand en Expoagro, con una superficie de 300 m2, una empresa que los convocó justamente por este modelo de negocios que vienen desarrollando. “Ellos tienen unas métricas de lona que cambian constantemente y les propusimos hacer con eso mochilas para escuelas de San Nicolás, redoblaron la apuesta y nos pidieron el doble de lo que les sugerimos”, recuerda la empresaria.
Otro es el caso del laboratorio Sartorius, cuyos exhibidores se convirtieron luego en bibliotecas que se donaron a la Facultad de Bioquímica de la UBA. “La experiencia gustó tanto que la multinacional replicó esta experiencia en su casa matriz de Alemania y lo introdujo en su manual de eventos”, detalla Maciel.
También realizaron el stand de la firma de semillas LG, otro de sus clientes, para el último congreso de Aapresid. Allí le propusieron que parte material lo conviertan en mobiliario para donar y lo hicieron al Club Chacabuco.
En el portfolio de clientes del estudio figuran, además de éstas, otras como Andreani, Rext, Despegar.com, Metalfor, La Caja Seguros, Total, Sandvik o Buhler, entre muchos otros.
Para que esto ocurra, otras de las acciones que requiere una especial atención es el “desarmado responsable”, define la empresaria. Aunque todo arranca con un diseño con esa misma mirada que involucra “una tarea colaborativa”, dice, de la que hoy participan las áreas de marketing, compras y
sustentabilidad de las empresas.
En esta nueva era colaborativa, el auténtico desarrollo sostenible solo es posible cuando las empresas “nos comprometemos económica, ambiental y socialmente con nuestra comunidad y nuestro entorno”, reflexiona Maciel y por eso “convertimos un stand en una historia”, agrega.
Para la empresaria que le dio una vuelta de tuerca a la arquitectura, al negocio del diseño y a la forma de encarar la millonaria industria de eventos, nada fue inmediato, pero la tendencia se impone “Hubo que esperar un tiempo, es lento pero viene firme”, aclara y asegura que esto se aceleró tras la pandemia. “A la idea le llegó el momento”, dice con la convicción y la autoridad de ser una pionera.