Un piloto que funcionó
Las tres que se juntaron para domar la huella
Convocadas por la Cámara de Comercio Italiana de Rosario y Red Argentina de Municipios Frente al Cambio Climático, tres empresas iniciaron un plan de reconversión sostenible
Por: Eugenia Langone mail
En plena pandemia, cuando el mundo empezó a replantearse la forma de vivir y producir, tres empresas santafesinas - ubicadas en la zona de Rosario - decidieron pasar del decir al hacer. Armaron un plan piloto de reconversión sostenible que arrancó con la medición de la huella de carbono.
De origen y sectores bien disímiles, la firma de origen familiar Industrias Gráficas Pagani; la metalmecánica Arag, que fabrica en su planta industrial de Rosario componentes para pulverización y dispositivos tecnológicos en agricultura de precisión; y la fábrica de pastas Mulini que tiene su complejo fabril en Los Molinos, a 70 kilómetros de Rosario, fueron parte del proceso.
Las empresas pusieron el cuerpo para materializar una idea que nació del trabajo conjunto entre la Red Argentina de Municipios y Comunas Frente al Cambio Climático (RAMCC) y la Cámara de Comercio Italiana en Rosario (CCIR) con sello y financiamiento de la Unión Europea.
“La intención fue disminuir el impacto ambiental desde las empresas y favorecer la transición hacia una economía verde”, resumieron.
La apuesta se concretó con el desarrollo de un plan piloto de reconversión sostenible a través de la medición de huellas de carbono, un proceso que se extendió hasta este año con el objetivo de trabajar sobre la transformación de modelos de producción e incluso, el modo de consumo en las ciudades.
De la ISO a medir la huella
Luis Rizzi, gerente de operaciones de de Arag, contó que la propuesta de sumarse al proceso llegó en un momento clave, que fue cuando la compañía estaba en proceso de certificación de las normas ISO 14001, las que justamente dan cumplimiento a las medidas ambientales.
“Nos parecía perfecto sumarnos en ese momento de certificación, algo que además, junto a la medición de huella de carbono, nos ayudó a tener una recopilación de datos desde 2022 y contar con un informe detallado para orientarnos hacia dónde reducir”, detalló.

En el caso de la empresa, “el punto que llamó la atención es el impacto que tenían los fletes internacionales”, lo que los llevó a trabajar “en la planificación de las compras de modo tal de evitar los fletes aéreos de urgencia”, que había sido una de las cuestiones que habían tenido que enfrentar durante la salida de la pandemia dado que los componentes que utilizan son netamente importados.
Un destino para la cartulina
Martina Pagani es la tercera generación de Industrias Gráficas Pagani, empresa que también fue parte del proceso y desde hace 54 años trabaja en la fabricación de envases de cartulina y cartón corrugado.
La joven calificó la medición de la huella de carbono como “una buena oportunidad para poder hacer foco y sentar una piso inicial de trabajo”, así como de “tomar medidas sobre áreas clave”, en su caso los desechos de cartulina.
Además de señalar objetivos, no sólo vinculados a reducir el descarte sino también a mejorar la productividad, Pagani indicó la necesidad de cambiar de ideas.
“La gestión ambiental está asociada netamente a gastos y a veces se pueden llevar adelante cambios que al final del camino lo que hacen es reducir costos de producción, por lo que la mejora es ambiental y económica”, dijo al señalar además que “no se trata a veces de hacer grandes inversiones, sino de optimizar recursos”.
El camino previo
El vice director de la CCIR, Ricardo Coppola, señaló a Ecobiz que la iniciativa se impulsó en el marco de “una alianza entre las entidades públicas y privadas que busca favorecer la transición, en el sentido de una camino hacia la neutralidad y la remisión de emisiones”.
También valoró las actividades que se llevaron adelante a lo largo de dos años con capacitaciones sobre diferentes herramientas de cambio en un programa muy completo. En el caso de las tres seleccionadas “ya venían trabajando” en la materia de sustentabilidad con sus diferencias, precisó.

“No es lo mismo una empresa que produce partes de maquinaria agrícola como Arag que Mulini, que una planta que produce alimentos, eso da una amplitud de trabajo, pero siempre respetando las buenas prácticas ambientales”, dijo.
La CCIR viene trabajando en la sostenibilidad a través de lo que denominó “Eco Desk”, que es un espacio de atención y de oferta de actividades y servicios vinculadas específicamente a la economía verde. “Se realizan actividades de intercambio en relación a las energías renovables, promoción de casos de empresas italianas que se habían reconvertido dando cuenta de cómo se había llevado adelante ese proceso de mejora en puntos clave, como la eficiencia energética y otros”, especificó.