Servicios
11.09.2024

Reciclado urbano

Una marea de oportunidades para el ambiente y las personas

Con un fuerte anclaje en el territorio recolectan residuos urbanos e industriales e incorporan a la actividad a jóvenes en situaciones de vulnerabilidad

 

Por: Eugenia Langone mail

Ecomarea busca instalar una nueva forma de tratar los residuos reciclables en Pérez, una localidad de 45 mil habitantes, lindera a Rosario hacia el oeste. En los primeros cuatro años funcionando logró reunir a través de puntos clave de recolección más de 450 toneladas de materiales y ese número crece: sólo este año apuestan a alcanzar las 200 toneladas

Sin embargo, el proyecto que ahora busca reconvertirse en cooperativa es mucho más que eso por su anclaje en el territorio, ya que desde 2019 se convirtió en la primera oportunidad laboral para muchos jóvenes en riesgo social y por su planta de trabajo pasaron más de una treintena de ellos. 

Lautaro Lescano es parte de Ecomarea, a donde llegó con experiencia previa en materia de tratamiento de residuos, justamente para avanzar hacia la profesionalización de los procesos. 

Además de trabajar con los residuos residenciales de los habitantes de la localidad, desde el inicio y a través del municipio, el proyecto trabaja con grandes generadores de residuos, estos son empresas del Parque Industrial de Pérez, pero también de toda la región sur, lo que incluye localidades como San Lorenzo, Puerto General San Martín, Arroyo Seco y Carcarañá.

A prueba y error

La recepción de esas toneladas y toneladas de desechos no fue lograda de un día para el otro, sino que Lescano reconoce que “aprendieron en el camino, un poco a prueba y error”. Ese recorrido los llevó en la actualidad a tener en la ciudad de Pérez “ecoestaciones” instaladas estratégicamente en distintos puntos donde los vecinos acercan sus residuos reciclables, que luego son recogidos una vez a la semana.

Allí se reciben papeles de todo tipo, con la única excepción del poli papel; vidrios de frascos y botellas, cartones y plásticos, también plásticos duros, diferentes tipos de aluminio -como latas de cervezas y gaseosas, hojalatas y chatarras industriales-, y pallets de madera.

Sobre todo lo que se recoge en las estaciones y se recibe de industrias y empresas se lleva un registro mensual, que les permitió cuantificar el trabajo y saber que, entre el inicio de sus actividades en 2019 hasta el año pasado incluido, el proyecto logró recepcionar más de 450 toneladas de materiales. 

Sin embargo, el salto se dio en el último tiempo, ya que sólo en 2024 estiman que llegarán a reunir 200 toneladas. “Para nosotros eso representa un crecimiento del 30% anual y llegar a las 200 toneladas es nuestra la meta para este año”, explicó Lescano, y detalló: “Necesitamos crecer en volumen y con las empresas vamos sumando”, dijo y explicó que se busca “generar conciencia entre los vecinos ya que la intención es hacer sustentable económicamente el negocio ante la caída de los precios de los materiales”.

Sabe que las posibilidades de crecimiento son enormes. Pérez es una ciudad de 45 mil habitantes, distribuidas entre su casco urbano en la zona central y los 13 mil que viven en la zona de Cabín 9. 
Entonces Lescano hace cuentas a mano alzada. Estimando que cada persona produce a diario un kilo de basura por día, de los cuales el 50% es compostable, otro 25% no se puede revalorizar y el 25% restante es reciclable, “estamos entre un 4% y 5% de la cuota de reciclables que se podría hipotéticamente alcanzar en la ciudad, con lo cual, hay mucho por hacer”, dice.

Más de 35 puestos de trabajo

Una vez que los bolsones de residuos llegan a Ecomarea, las 11 personas que trabajan allí los reciben para separarlos en lo que se llaman diferentes corrientes para después enfardarlos o embolsarlos a granel en grandes bolsones. 

Los que llevan adelante ese trabajo son adolescentes y jóvenes de la zona que en la mayoría de los casos encuentran allí una primera experiencia laboral. Un espacio por el que ya pasaron más de 35 personas, detalla Lescano.  

Ahora son seis varones y cinco mujeres que buscan convertirse en una cooperativa para poder reimpulsarse como unidad productiva. “Está claro que el impacto ambiental es central en el proyecto, pero también es central generar un espacio donde los jóvenes que tienen dificultades, contextos vulnerables, historias de violencias o consumos, o que tuvieron que interrumpir su escolaridad, puedan encontrar acá una experiencia de trabajo”, agrega Lescano.

Muchos de los que comenzaron “siguieron su camino”, dice. Y en ese seguir aparecieron trabajos mejores, otros volvieron a la escuela y otros continúan. “Lo importante es ver el proceso de maduración”, agrega y plantea que “ya sea que los jóvenes encuentren oportunidades mejores o sigan acá, se puede ver cómo ellos mismos junto con el proyecto van creciendo”.
 

arrow_upward