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26.09.2025

Seminario Acsoja 2025

La soja argentina es verde por partida doble

Presentaron un estudio sobre el liderazgo ambiental de la cadena de la oleaginosa que pueden servir de credencial científica ante los mercados externos. Aquí los detalles

Por: Juan Ignacio Paur mail

La soja argentina tiene una huella de carbono significativamente más baja que la de otros productores como Brasil y Estados Unidos. Esa aseveración surge de una investigación sobre el impacto ambiental de este cultivo en la zona núcleo productiva, que mide las emisiones tanto del grano como de los subproductos.

Los datos corresponden a un trabajo realizado por Jorge Hilbert, especialista de Energy and Environmental Consulting Service, quien presentó los resultados durante el último Seminario Acsoja 2025, en un panel coordinado por Patricia Bergero, de la Bolsa de Comercio de Rosario.

Los números son una sólida carta de presentación de la producción argentina - y una validación científica clave - ante los mercados internacionales cada vez más exigentes con las regulaciones ambientales, como es el caso de Europa, destino del 20% de las exportaciones de harina de soja de la Argentina.

El trabajo, plasmado en un paper académico de referencia internacional, constituye el primer estudio sistemático que cuantifica las emisiones de gases de efecto invernadero de los principales productos de soja en Argentina como grano, harina, aceite y biodiesel. Sus conclusiones destacan la ventaja competitiva del país frente a otros productores y abren nuevas perspectivas para posicionar a la soja argentina como un actor estratégico en un mercado global cada vez más regulado por criterios de sostenibilidad.

El estudio presentado por Hilbert analiza la cadena sojera de manera integral, desde la producción primaria hasta la industrialización en el polo aceitero de Rosario. Aplicando la metodología de Análisis de Ciclo de Vida (LCA), se midieron las emisiones asociadas al grano, la harina, el aceite y el biodiésel de soja, considerando gases de efecto invernadero como dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O).

Según el paper, la producción de aceite de soja genera 149,72 kg CO2eq  (dióxido de carbono equivalente) por tonelada de aceite, mientras que la producción de harina de soja produce 73,57 kg CO2eq por tonelada de harina, con un 66,1% de estas emisiones atribuibles al consumo de gas natural.

El por qué

Entre los factores que explican esta diferencia se destacan la menor utilización de fertilizantes nitrogenados, responsables de gran parte de las emisiones de óxido nitroso, y las condiciones agroclimáticas de la región pampeana: suelos fértiles, altos rendimientos y precipitaciones estables. Además, la eficiencia energética del transporte y de la industria aceitera rosarina, considerada de las más modernas del mundo, contribuye a consolidar esta ventaja.

“Los números muestran que Argentina no solo es un actor clave por volumen exportador, sino que puede exhibir un diferencial ambiental que se traduce en competitividad”, señaló Hilbert, subrayando que el desafío ahora es convertir estas evidencias científicas en herramientas de negociación internacional.

El estudio también destaca que el biodiesel de soja cumple y supera los estándares europeos de reducción de emisiones frente a combustibles fósiles, abriendo oportunidades en mercados que premian la trazabilidad y la sustentabilidad. 

En conjunto, los resultados posicionan a la soja argentina estratégicamente en un contexto global donde la huella ambiental empieza a definir las reglas del comercio agroindustrial.

Huella verde que conquista el mundo 

Más allá de los datos técnicos, durante el panel “Emisiones de gases de efecto invernadero de los productos de soja argentinos”, Hilbert dejó claro que la soja argentina tiene ventajas competitivas en los mercados internacionales. Enfatizó que “el mercado internacional ya no se conforma con volúmenes; exige trazabilidad y sustentabilidad. Si Argentina logra capitalizar esta evidencia, podrá ganar nuevos espacios y fortalecer su posición”.

El estudio apunta a que la huella de carbono favorable de la soja argentina puede respaldar certificaciones ambientales y acuerdos de exportación, consolidando al país como proveedor confiable en cadenas de valor que priorizan productos con bajo impacto climático.

“Este es el momento de transformar la evidencia en narrativa: Argentina debe contar al mundo que produce con menor impacto y sostener ese estándar en el tiempo”, agregó Hilbert. “Cada dato es una oportunidad para mostrar al agro argentino como líder en sostenibilidad”, indicó.
 

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