Campo
23.09.2025

Otro sabor

Convirtieron al limón en insignia global y le sacaron el jugo al triple impacto

Desde Tucumán, una industria citrícola líder adoptó un modelo de negocios que combina economía circular, trazabilidad e impacto positivo en las comunidades

Por: Gabriela Arias mail

Cada mañana en Famaillá no sólo se siente el aroma cítrico, también la rutina transformada por algo más que producción. Familias rurales de los alrededores de esa localidad de la provincia de Tucumán ya no tienen que recorrer kilómetros para conseguir algo tan básico como agua corriente. San Miguel, empresa argentina líder en la industria citrícola, instaló más de 2.000 metros de cañerías y una bomba propulsora para llevar agua a comunidades dispersas, después de un diagnóstico participativo con los vecinos. Ese gesto concreto sintetiza el significado que tiene para la compañía la sustentabilidad: poner en el centro a las personas y transformar realidades cotidianas.

La empresa, que tiene más de 70 años de trayectoria y es hoy la principal productora y exportadora de derivados de limón en el Hemisferio Sur al concentrar el 16% de la molienda global, tiene la mirada puesta en el futuro. En 2025 se propuso tres metas estratégicas: seguir reduciendo la huella de carbono, ampliar las certificaciones internacionales en toda la cadena de valor y profundizar la economía circular.

“Sabemos que los próximos años nos desafían a combinar competitividad global con un impacto positivo en el ambiente y en las comunidades. Es un camino que exige innovación, alianzas y compromiso permanente”, asegura Romina de los Santos, gerente de Ambiente, Seguridad & Salud de San Miguel.

El desafío no es menor: el mercado global exige cada vez más trazabilidad, transparencia y certificaciones ambientales. Frente a eso, San Miguel ya transformó sus operaciones mediante la adopción de energías renovables, programas de gestión hídrica y tecnológica que reducen consumos clave, además de iniciativas de economía circular que permiten aprovechar integralmente cada limón. 

El resultado es un modelo más eficiente y rentable, que al mismo tiempo responde a los estándares internacionales más estrictos.

Una historia con sello sustentable

La empresa tiene su planta insignia en Famaillá (Tucumán) y dos unidades más en Uruguay y Sudáfrica mediante las cuales abastece a más de 100 clientes en 35 países. Detrás de esa expansión global, la compañía eligió desde hace más de una década un rumbo que combina competitividad con impacto positivo.

La planta de alimentos procesados de San Miguel Global en Famaillá.

El camino comenzó en 2010 cuando publicó su primer informe de sustentabilidad. Desde entonces entendió que producir cítricos no se trataba solo de generar valor económico, sino también social y ambiental. Ese convencimiento marcó una transformación profunda que llevó a la optimización de los procesos productivos, reducción en el consumo de agua y energía, certificaciones internacionales y trazabilidad total de su producción.

“Hoy podemos decir que aprovechamos cada recurso del limón, desde el cultivo hasta la industrialización, con un modelo de economía circular que minimiza desperdicios y maximiza valor”, afirma De los Santos y señala que “la sustentabilidad es el eje que nos permite ser más eficientes y competitivos, pero también generar un impacto positivo en nuestras comunidades y en el ambiente”.

Comunidad y salud

La sustentabilidad de San Miguel se vive también fuera de las plantas y los campos. En las comunidades cercanas, la compañía lleva adelante proyectos educativos, de desarrollo local y de salud. Uno de los más reconocidos es Promover Salud, un programa que, junto con Fundación Boreal, acerca atención médica a quienes más lo necesitan. Consultas oftalmológicas, odontológicas, fonoaudiología, controles clínicos, entrega de lentes y kits de higiene forman parte de la propuesta que ya alcanzó a cientos de familias.

No son números, son historias de cambio: una niña que logra ver mejor en clase gracias a sus primeros anteojos; personas mayores que recuperan confianza al poder acudir a revisiones gratuitas; comunidades rurales que sienten que no quedaron afuera del acceso a la salud, son parte de estos logros que fortalecen uno de los pilares ESG del modelo de negocios que eligió la compañía.

La inauguración de la planta en Paysandú, Uruguay.

Además, la empresa participa activamente en cámaras sectoriales y espacios público-privados para compartir experiencias y generar estándares comunes. Desde su visión, “el futuro de la agroindustria se juega en tres frentes: la innovación tecnológica para producir con menos recursos, la articulación con comunidades para impulsar desarrollo inclusivo y la adopción de métricas comunes que permitan medir avances de manera transparente”, consideran.

Así, la empresa argentina que convirtió al limón en su bandera global demuestra que competitividad y sustentabilidad pueden convivir —y hasta potenciarse— cuando la estrategia de negocios se piensa con impacto positivo a largo plazo.

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