En la Patagonia
Usó el viento a su favor y le puso la frutilla al proyecto
Una empresa utiliza autogeneradores eólicos para proveer de energía a zonas rurales aisladas sin red eléctrica y reducir el uso de combustibles fósiles
Por: Rodrigo Elias
En la estepa patagónica de Chubut la innovación y la naturaleza se dieron la mano. En esa zona del sur de la Argentina nació Frutillas del Viento, un proyecto que toma su nombre porque se vale de la energía eólica, y también solar, para la producción de este cultivo, que fue creado en 2021 por la Fundación RPM 500 y el Inta de Esquel.
Este año el proyecto dio un salto de calidad, ya que recibió 711.000 euros de la Unión Europea (UE) para profundizar estas prácticas hasta el 2027. El nuevo programa, que apunta a cambiar la economía familiar chubutense, se denomina Reder Chubut: Transición Energética Justa e Inclusiva de la Agricultura.
Para la producción de frutillas, Reder utiliza aerogeneradores Piggott, que son los más empleados en el mundo por ser robustos, sencillos, de bajo costo y de fácil autoconstrucción. Los molinos eólicos son fabricados por estudiantes de escuelas técnicas locales.
“Buscamos hacer uso productivo de la energía eólica primero y de la solar después”, indicó Luciana Proietti, la cabeza del proyecto - junto a su marido, Esteban -, en diálogo con Ecobiz. Y agregó: “Queríamos aprovechar la energía renovable para generar una economía”, dijo.
Así, la meseta, tradicionalmente ganadera, ahora se convierte en un lugar ideal para este tipo de cultivo. Desde 2021, el proyecto ya lleva más de 50.000 plantines instalados y tiene 23 productores en marcha. Gracias al financiamiento de la Unión Europea, que supera los 700.000 euros, sólo en este 2024 Reder Chubut sumó 11 productores y 18.000 plantines.
Los primeros pasos
Luciana y Esteban se conocieron hace 15 años en una ONG que llevaba adelante proyectos de energías renovables y de uso del agua en Nicaragua. De ahí surgió la idea de realizar este diseño de aerogenerador en Argentina.
Juntos crearon la fundación RPM 500 y recorrieron 14 provincias, donde brindaron cursos de fabricación de aerogeneradores y de energías renovables. Comenzaron a realizar proyectos de instalación de estos sistemas en escuelas rurales y técnicas, universidades, distritos de salud y otros lugares rurales.
Cuando llegaron a Chubut, uno de los lugares más ventosos del país, el proyecto de la pareja dio un giro de 180 grados. “Nos afincamos en Chubut, donde nos encontramos con este equipo de ingenieros del Inta Esquel que buscaba introducir esta producción en las zonas de estepa, y nació Frutillas del Viento”, aseguró.
De esta manera, el proyecto - que contó con la participación clave del ingeniero Eduardo Miserandino - puso en marcha prácticas de horticultura intensiva e introdujo tecnologías como microtúneles y riego por goteo, vinculadas a sistemas de bombeo alimentados por energías renovables, que facilitan su instalación en zonas rurales aisladas y sin acceso a una red eléctrica.
En 2022, ganaron una convocatoria que lanzó la delegación argentina de la Unión Europea. De allí surgió la creación de Reder Chubut, cuyo corazón es Frutillas del Viento, empresa ya conocida en la región. “Es un proyecto que comenzamos en marzo y que terminará a mediados del 2027, y que nos permite incluir más productores y hectáreas para llevarlo a otra escala”, expresó.
Reder abarca más aristas que Frutillas del Viento, como el trabajo en red con otras instituciones y el trabajo en gobernanza (ya se reunieron con autoridades gubernamentales, tanto provinciales como municipales) para confeccionar políticas públicas acompañen este tipo de desarrollos.
Impacto ambiental y económico
En 2022, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) los eligió como una organización modelo en el mundo en la lucha contra la pobreza energética. “En muchos casos competimos con el uso del grupo electrógeno, que es muy habitual en el mundo rural”, sostuvo. Y amplió: “También en muchos casos se usan motobombas, que son bombas tiradas con combustible fósil, que tienen un consumo, un costo y un impacto muy grande en comparación con nuestro sistema de energía renovable, que emite menos gases de efecto invernadero y le generan un ahorro económico al productor”.
El foco de Reder está puesto sobre el viento, pero no se olvida del sol. “Introdujimos lo solar, porque si bien Chubut es la provincia más ventosa del país, en verano, que es cuando se da la producción hortícola, hay muy buena radiación solar”, explicó. Y adhirió: “En algunos casos y geografías, es mejor colocar energía solar que eólica”
En relación con esto, Reder trabaja en este momento con cuatro sistemas de bombeo distintos y sus combinaciones con eólica o solar. “También tenemos un sistema de bombeo que desarrollamos nosotros mismos, tras varios años de I+D, utilizando una bomba Fapo, que es una bomba de diafragma, sencilla, robusta y muy utilizada en la Patagonia, tierra adentro”, señaló. Y agregó: “A eso le acoplamos un motor de bicicleta eléctrica con un pequeño controlador, y conecta directo al aerogenerador”.
El acompañamiento como puntal
Uno de los rasgos identitarios de Reder Chubut es el seguimiento realizado a los productores. “El sistema que instalamos es muy completo, cuenta con energía renovable, e infraestructura productiva, sistema de bombeo y almacenamiento de agua, riego por goteo y mucho despliegue, por eso es necesario acompañar y capacitar de forma permanente a los productores”.
Desde Reder visitan cada dos semanas a cada productor. Además, hay un seguimiento por WhatsApp. También trabajan con escuelas técnicas locales con el fin de que se familiaricen con la tecnología para que haya gente por todos lados que sepa de qué se trata un aerogenerador Piggott. De esa manera, así como alguien lo puede fabricar, lo puede reparar de manera sencilla. Por último, capacitan a los usuarios finales en el mantenimiento básico de esos sistemas para que puedan detectar si algo falla.
A futuro apunta a instalar 24 productores de esta escala, es decir, unidades productivas de 5.000 plantas aunque por ahora los productores nuevos inician con menor cantidad.
“Cuando nosotros empezamos en la estepa, sólo había dos microtúneles para producción hortícola, y hoy estamos instalando sistemas de 30”, enfatizó. Y concluyó: “Estamos pasando de una escala doméstica de autoconsumo y de venta de los excedentes a otra que represente un el motor de la economía", dijo, ya que "tenemos un modelo financiero en donde con 10.000 plantas una familia puede vivir todo el año”, concluyó.