Campo
24.11.2024

Programa en el Gran Chaco

La soja argentina se calza el traje del triple impacto

La cadena de la oleaginosa, junto a más de 100 empresarios del campo, implementaron un proyecto para sumar productividad, cuidar el ambiente y medir la dimensión social 

La cadena de la soja, principal cultivo extensivo de la Argentina, logró un gran avance en el camino a la sostenibilidad. Un programa de triple impacto: productivo, ambiental y social, encarado por la asociación que la representa (Acsoja) y Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Crea), demostró que mediante el uso de un conjunto de herramientas tanto tecnológicas como de manejo la brecha productiva en el cultivo alcanzó un rango del 10% al 15% y  471 empresas realizaron autoevaluaciones ambientales.

“Trabajar la sostenibilidad de manera integral nos permitió no sólo identificar aspectos de mejoras por dimensión, sino también sensibilizar a los tomadores de decisión sobre la importancia de considerar estas dimensiones en conjunto”. Así lo indicó hoy Laura Carabaca, líder del proyecto “Soja Sostenible en el Gran Chaco”, durante una jornada organizada por Acsoja y Crea en la Sociedad Rural de San Miguel de Tucumán.

La iniciativa, financiada por el Land Innovation Fund (LIF), contribuyó a generar herramientas clave para medir y evaluar la sostenibilidad no sólo del cultivo de soja, sino también del sistema productivo agrícola en la eco - región del Gran Chaco.

Durante tres años de trabajo continuo, más de 100 empresarios agropecuarios colaboraron con profesionales y científicos, incorporando análisis de brechas productivas y evaluaciones ambientales y sociales. Las herramientas desarrolladas permitirán a partir de ahora realizar una evaluación integral para gestionar procesos de mejora continua y fomentar la biodiversidad.

En lo que respecta a la dimensión económica, la brecha productiva en el cultivo de soja fue determinada en un rango del 10% al 15% (~ 400 kg/ha), y es mayor en ambientes de menor potencial.
“Una parte muy grande de la brecha podría reducirse a partir de tecnologías de procesos, como la elección del antecesor (maíz) y la combinación de fecha de siembra y grupo de madurez adecuados”, explicó Carabaca.

La presentación del programa se realizó durante una jornada en Tucumán.

En materia de eficiencia en el uso de los recursos, el empleo del programa Maicero permitió ajustar las dosis de fertilizantes con el propósito de maximizar rendimientos agrícolas utilizando la cantidad indispensable de nutrientes.

Más biodiversidad

En cuanto a la dimensión ambiental, el programa gestión ambiental Crea (GAC) lanzó una nueva plataforma digital de seguimiento de indicadores clave para que cada empresa de la red pueda realizar un proceso de mejora continua en la materia.

El inicio del proceso son las autoevaluaciones ambientales, que permiten establecer el punto de partida para comenzar a trabajar en un proceso de mejora continua en los ámbitos de marco legal, calidad de procesos, agricultura (tanto extensiva como intensiva), ganadería, lechería y paisaje. La descripción de procesos es una tecnología de costo cero que no requiere una gran inversión de tiempo y suele ayudar mucho a mejorar eficiencias.

En la macro-región del Gran Chaco un total de 138 empresas Crea ya realizaron autoevaluaciones, de las cuales 68 se originaron en la región NOA, 31 en Córdoba Norte, 25 en Chaco santiagueño y 14 en el norte de Santa Fe. A nivel nacional suman 471 empresas las que realizaron autoevaluaciones.

Una instancia clave del programa consistió en el desarrollo de indicadores ambientales para las diferentes actividades productivas. En ese sentido, se llevó a cabo un trabajo de articulación con DAT Crea, de manera tal que, al momento de completar los registros, se contempla la posibilidad de incorporar datos adicionales para así calcular variables ambientales vinculadas con la producción agrícola. “Los usuarios pueden acceder a los datos de forma más rápida y eficiente, con datos se actualizan prácticamente en tiempo real para garantizar la precisión y la relevancia de la información”, comentó.

Al respecto, actualmente se emplea el indicador de toxicidad Ripest (desarrollado por la Facultad de Agronomía de la UBA) y EIQ (Índice de Impacto Ambiental, por sus siglas en inglés). En el caso de este último indicador, se desarrolló una calculadora que permite analizar resultados de EIQ de diferentes planteos o recetas de fitosanitarios, con foco en el detalle de la composición del indicador según los diferentes productos comprendidos en el diseño agronómico. 

Además se utilizan indicadores de estimación de emisiones de gases de efecto invernadero (en base a la metodología del Panel Intergubernamental del Cambio Climático de Naciones Unidas), aporte de carbono al suelo, balance de nutrientes, eficiencia energética y biodiversidad, entre otras variables.

“El análisis de indicadores ambientales mostró el impacto positivo de la intensificación para reducir EIQ, aunque arrojó preocupantes balances de fósforo negativos”, señaló Carabaca.

En el marco del programa InBioAgro, se desarrolló un protocolo de monitoreo de biodiversidad en sistemas productivos específicos para el Gran Chaco, donde participaron empresarios, técnicos e investigadores.

Se relevaron insectos polinizadores, meso y macrofauna de suelo, aves y mamíferos, además de vegetación leñosa, en áreas naturales, de pasturas y de cultivos. “Por ejemplo, se lograron contabilizar 1215 abejas y unos 662 dípteros polinizadores”, contó.

Por último, la red Crea se encuentra en camino de instrumentar una metodología orientada a medir indicadores sociales para poder así gestionar empresas sostenibles en todas las dimensiones comprendidas en ese concepto. Desarrolló una metodología que permite realizar un seguimiento y comparación de gestiones sociales en empresas agropecuarias.

A partir de diferentes antecedentes en la materia –Censo Crea 2019, proyecto Factor Humano en Tambo, Indicagro y una matriz comparativa de certificaciones internacionales– se elaboró una cuestionario de autoevaluación para generar datos que posibiliten establecer un punto de partida. El cuestionario comprende cinco aspectos: empleo y trabajo digno; relación con proveedores; relaciones con la comunidad; relaciones con el gobierno y la sociedad; y valores y transparencia en la gestión.

Una fase piloto del cuestionario fue probada en 2023 con treinta empresas Crea de diferentes perfiles y regiones con el propósito de realizar los ajustes pertinentes a la herramienta. 
 

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