Industria
16.10.2024

Cambio de paradigma

Una industria molinera que cocina buenas prácticas

Certificaron buenas prácticas agrícolas, elaboran productos de nutrición animal sin antibióticos, reciclan sus residuos y adoptaron el concepto de arquitectura sustentable

Por: Eugenia Langone mail

HIja de una cooperativa agropecuaria con más de 70 años de historia en el sur santafesino, la fábrica de pastas Mulini toma la tradición del cooperativismo, las recetas clásicas italianas y las pone en el mercado con la convicción de que “el respeto con el que se trata el ambiente se refleja en el producto final”. Una declaración de principios que se lee en su sitio web y que los llevó en los últimos años no sólo a certificar “buenas prácticas agrícolas” en la elaboración de la materia prima, sino además este último año a medir su huella de carbono en su planta de elaboración de pastas

Mulini significa Molinos en italiano, justamente el nombre del pueblo donde está radicada la empresa - Los Molinos a 70 kilómetros de Rosario - donde en 1950 surgió la cooperativa de productores agrícolas que lleva el mismo nombre y que ya por entonces nació “con una mirada sostenible, que era la que tenían los pequeños productores para defenderse ellos mismos de los grandes compradores, y así potenciar las economías familiares y regionales de las que vivían”, remarca Ariadna Socca, responsable de Calidad y Desarrollo Sostenible de la Cooperativa Agrícola Los Molinos Limitada. 

Ya en 2010 comenzaron a pensar en términos de triple impacto y en cómo dar forma al trabajo cooperativo que ya venían llevando adelante de manera sensible con el entorno, tanto social como ambiental. 

Un primer paso fue comenzar a producir productos de nutrición animal para bovinos y fueron los únicos en el país en elaborar alimentos sin antibióticos, un punto clave para mercados como los de Europa y Estados Unidos, donde Socca señala que “se discute fuertemente si los alimentos con antibióticos pueden generar resistencia en los humanos por el consumo”. 

En paralelo, en 2013 la producción de la cooperativa certificó buenas prácticas agrícolas para un grupo de productos y lo mismo hizo en 2016 para la planta de nutrición animal. “Buscamos todo el tiempo llegar al consumidor elaborando productos de manera regional y llevando adelante nuestra historia de trabajo y nuestras buenas prácticas”, destaca Socca.

Una receta italiana

Con esa historia, la planta de pastas que tomó el nombre del pueblo en italiano - y como materia prima fundamental tiene al trigo candeal que produce la misma cooperativa en sus campos - fue levantada desde el inicio con conceptos de sustentabilidad, desde su arquitectura hasta sus procesos productivos. 
 
“Esta es una industria bastante limpia y amigable con el entorno, pero de todos modos se pensó con una arquitectura sostenible. Se importaron máquinas desde Italia y se trabajó con un técnico partero italiano”, cuenta la responsable del área, sobre el proceso de puesta en marcha que se llevó adelante sobre una receta ciento por ciento italiana a base de trigo candeal y agua. “Son pastas italianas hechas en Argentina”, dice.

Ariadna Socca, responsable de Calidad y Desarrollo Sostenible de la Cooperativa Agrícola Los Molinos Limitada. 

Como parte del compromiso ambiental y también social, establecieron convenios con el Banco de Alimentos Rosario (BAR), de modo que la producción que no cumple con los estándares de calidad para ser comercializada, pero que está ciento por ciento en condiciones de ser consumida, no vuelve a ser procesada, sino que llega a las organizaciones sociales y a los barrios a través del BAR. “Trabajamos en un pueblo muy chico, pero somos muy sensibles a lo que sucede en el entorno”, agrega Socca. 

En materia de procesos de cuidado ambiental, la apuesta en materia de residuos, por ejemplo, es que desde la planta nada llegue al basural comunal. “Tenemos una gestión importante de lo que se puede reciclar, como es papel, cartones y plásticos, una empresa especializada se hace cargo de los materiales considerados peligrosos como son las baterías, aceites y bidones de insumos, y a través de campañas en Casilda (la ciudad de referencia más cercana) se disponen los residuos eléctricos y electrónicos”, detalla. 

Con 45 personas trabajando en la planta, en un 95 por ciento de los casos son habitantes de la zona, Socca señala que en la búsqueda de la sostenibilidad sumaron una pata más, además de la ambiental y la social, que es la institucional y que a su criterio “es central para desarrollarse en el tiempo”. 

“Para ser sostenible como organización es fundamental trabajar con otras instituciones públicas y privadas, así como lo hacemos con el BAR y con proveedores”, agrega. Pero también con organismos públicos de la provincia y municipios y comunas, “porque somos una cooperativa y estamos convencidos de lo que eso significa que es cooperar para salir fortalecidos en conjunto”, concluyó.

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