Semana del Clima Rosario
Financiamiento climático: los bancos ya no sacan los pies del plato
Mirá en qué trabajan las entidades que integran el Protocolo de Finanzas Sostenibles. Riesgo crediticio y nuevos productos, en la agenda
Por: Eugenia Langone mail
En Argentina, 37 bancos integran el Protocolo de Finanzas Sostenibles y en conjunto representan el 95% de la cuota de mercado de préstamos del país. El número marca un dato claro: las entidades financieras ya no pueden mirar para otro lado cuando se trata de pensar el denominado financiamiento climático, que busca orientar fondos hacia proyectos sostenibles.
“Estamos empezando a hablar de estos temas”, dijo en forma clara la coordinadora del Protocolo de Finanzas Sostenibles de Argentina, Cecilia Acuña, en el marco de la Semana del Clima Rosario 2025 donde se analizó el rol de este espacio colaborativo que funciona desde 2019. Participó de ese espacio junto a representantes de los bancos Coinag, Municipal de Rosario y Galicia.
“El sistema ya busca generar esta interrelación entre los eventos climáticos extremos, el financiamiento y el análisis de riesgos ambientales y sociales”, remarcó Acuña y planteó que los desafíos más urgentes en el país pasan por comenzar a medir la huella de carbono de los clientes, para lo cual ya están desarrollando una metodología que trabaje sobre criterios y factores de emisión locales.
“No podemos estar mirando cuánto emite un sector, como el agro, con factores de Brasil o Escocia”, explicó.
En ese marco, puso sobre la mesa uno de los principales déficits del sistema financiero argentino que es la falta de una taxonomía que clasifique con criterios específicos qué actividades económicas contribuyen a objetivos ambientales y sociales.
“Lo que estamos haciendo es una lista positiva para que todos los bancos tengan estos mismos criterios de selección de proyectos y allí se incluyan los de mitigación y adaptación al cambio climático”, explicó. De ese modo “se podrán desarrollar productos para impulsar este tipo de proyectos”, agregó.
Así, en ese juego de equilibrios entre mover el capital necesario para impulsar proyectos sostenibles y gestiona los riesgos, para Acuña se trata de buscar nuevas oportunidades de negocio para acompañar a los clientes que ya están en el sistema y también para captar nuevos “porque esta es una transición que debe ser acompañada”, aclaró.
Un tema de agenda
Cuando la adaptación de los países en vías de desarrollo al cambio climático se traduce en números concretos, las cifras ascienden a billones. La Organización de Naciones Unidas (ONU) estima que la inversión necesaria oscila entre los u$s 215 mil y u$s 385 mil millones al año en forma sostenida a lo largo de una década.
Frente a eso, las entidades financieras entendieron que juegan un rol crucial y es a partir de la oferta de nuevos productos alineados con la sostenibilidad que comienzan a ser parte de ese proceso.
Acuña remarcó que la participación de los bancos en el Protocolo de Finanzas Sostenibles “es voluntaria” y busca sobre todo “elevar los estándares del sistema en materia de sostenibilidad”.
Explicó que el Protocolo plantea cuatro estrategias principales de trabajo que van desde la “entidad financiera puertas hacia adentro - en su gestión de recursos humanos y sus procesos internos - hasta la relación con proveedores, con accionistas y con los clientes”.
El mismo busca fortalecer, a través del trabajo en comisiones, el desarrollo de nuevos productos financieros y cómo se incorpora al análisis de riesgo crediticio tradicional el de los riesgos ambientales, sociales y de cambio climático.
Nueva forma de analizar el riesgo
El primer gran desafío del Protocolo fue generar en los bancos nuevas capacidades para enfrentar temas como la deforestación, la ley de bosques y el cambio climático, pero también cuestiones de impacto social, como son el trabajo en comunidades originarias.
“Trabajamos primero en capacitaciones y en cómo los bancos deben incorporar al análisis de riesgo de crédito, el riesgo ambiental y socal”, apuntó Acuña.
En ese marco, elaboraron herramientas específicas, como un manual para la implementación y materiales en diferentes áreas, como por ejemplo, una guía de agricultura que establece estándares mínimos en lo relativo a deforestación, uso del agua y residuos de los fertilizantes.
Otra de las innovaciones, contó, fue un sistema de monitoreo satelital que permite a los bancos tener geolocalizadas las coordenadas de sus clientes y así fiscalizar el cumplimiento de los estándares, como saber si existió o no deforestación en la zona.
“Ahora avanzamos en el monitoreo de pasturas y lo que tiene que ver con biodiversidad”, explicó la coordinadora quien remarcó que “si bien se avanzó en incorporar los riesgos ambientales y sociales, resta todavía incorporar los climáticos".
En ese punto, puso como ejemplo lo que sucedió este año en Bahía Blanca. “Son eventos climáticos más extremos que afectan también a la entidad bancaria que está en una zona, como sucedió con el Banco Provincia, que no podía operar porque tenía sus sucursales inundadas al tiempo que tenía que acompañar a sus clientes”, relató. “Todo esto implica no sólo una prudencia económica al incorporar este tipo de riesgos, sino también una responsabilidad social”, agregó.



