Cloacas sustentables
Chau pozo ciego: ¿Cuánto cuesta un equipo hogareño para tratar residuos líquidos?
Con menor huella ambiental, crecen las opciones para viviendas sin conexión a red cloacal ubicadas en loteos fuera de los centros urbanos. Alternativas y costos
Por: Juan Ignacio Paur mail
En muchas viviendas sin conexión a la red cloacal, o en aquellas que buscan reducir su huella ambiental, los sistemas hogareños de tratamiento de aguas residuales se vuelven una alternativa cada vez más viable, ecológica y accesible. Aunque hasta hace poco eran comunes solo en zonas rurales o predios industriales, hoy dispositivos como los biodigestores y biodepuradores domésticos se consolidan como soluciones eficaces para tratar los efluentes del hogar sin contaminar el suelo ni las napas.
Si bien el concepto de biodigestor no es nuevo, su aplicación en el ámbito doméstico se volvió cada vez más conveniente en términos económicos frente a las alternativas tradicionales como es hacer un pozo ciego, y además, representan una salida que suma puntos en materia ambiental. Todo de la mano de empresas que además de los productos ofrecen soporte técnico personalizado y precios competitivos.
Con valores que rondan los $3 millones y no requieren obras adicionales, algunos biodepuradores domésticos - que ofrecen soluciones para efluentes y reutilización de agua para riego - compiten casi en paralelo con el costo de montar un tradicional pozo ciego, cuyo valor de mercado se acerca a esa cifra.
Para aquellos que optan por sistemas menos complejos, un kit completo de biodigestor autolimpiable se consigue en el mercado argentino por alrededor de $750 mil y permiten tratar aguas residuales evitando la contaminación de las napas.
Tanto los biodigestores como los depuradores cumplen la función de procesar los residuos líquidos del baño y la cocina, pero lo hacen de modo distinto. Los primeros operan mediante procesos anaeróbicos (sin oxígeno) que descomponen la materia orgánica y generan agua parcialmente tratada y lodos estabilizados, ideales para utilizarlos como compost. Son una evolución de las viejas fosas sépticas, pero con un impacto ambiental mucho menor.
En tanto, los biodepuradores incorporan las fases de tratamiento físico y biológico y logran realizar una depuración mucho más profunda. En algunos casos, el agua tratada puede reutilizarse de forma segura en sistemas de riego automático.
La instalación de estos equipos no requiere condiciones extraordinarias, pero sí ciertos aspectos técnicos básicos como buen drenaje del suelo, espacio suficiente en el terreno, pendientes adecuadas y una correcta disposición de las cañerías. Si bien se comercializan para el usuario final, tanto los fabricantes como los distribuidores insisten en que el trabajo lo realice personal capacitado. En todos los casos, el resultado es una mejora tangible en la calidad ambiental del entorno doméstico y una solución concreta para miles de hogares fuera de red.
Dos soluciones con foco en el usuario doméstico
En Comodoro Rivadavia, donde el crecimiento demográfico desordenado y los suelos arcillosos dificultan el tratamiento de efluentes domiciliarios, David Babiszenko —fundador y CEO de Ecoplastic PRV— detectó una necesidad urgente. Así nació, en 2011, esta firma patagónica con el objetivo de ofrecer soluciones sustentables para el tratamiento de aguas residuales, especialmente en zonas sin acceso a la red cloacal.
Uno de sus desarrollos más destacados es el Biogesplus, un biodepurador doméstico que integra procesos físicos y biológicos en distintas etapas, sin necesidad de aditivos químicos ni mantenimiento complejo. “Soluciona de forma ecológica y definitiva la emisión de efluentes domiciliarios, y permite reutilizar el agua tratada mediante un sistema de riego por goteo automático”, explica Babiszenko.
El modelo Star-2.0 (para hasta cinco personas) tiene un precio de referencia de $2.963.800 (sin IVA). La instalación del equipo es directa y no requiere pozo séptico ni lecho drenante permanente: la salida del agua se realiza mediante una manguera, lo que simplifica considerablemente la obra. “La instalación es tan simple como la de una cámara séptica común”, destaca su creador.
Además, la empresa desarrolló el sistema GPT-8-3, un módulo de depuración terciaria de alto rendimiento, capaz de purificar el agua hasta 3.000 veces más que el cloro, reutilizable en riego, fuentes, cisternas o estanques.
Ecoplastic acompaña todo el proceso con soporte técnico remoto para instaladores locales, elegidos por el propio cliente. “El lazo comercial no se termina con la venta, sino que sigue durante toda la vida útil del equipo”, señala el titular de la empresa que tiene presencia en el mercado argentino y también en Uruguay.
Además de los equipos, la empresa ofrece soporte técnico remoto para instaladores locales, elegidos por el propio cliente.
Waterplast, es una empresa ubicada en Lanús, del grupo Unike, que también ofrece este tipo de soluciones de saneamiento para hogares sin red cloacal. Desde 2013, fabrica biodigestores autolimpiables domiciliarios de entre 600 y 3.000 litros, que tratan aguas residuales mediante un proceso de biodigestión y posterior infiltración natural, evitando así la contaminación de las napas.
Con más de dos décadas en el mercado, comenzó fabricando tanques rotomoldeados para diesel y, en los últimos años diversificó con éxito su producción hacia biodigestores domésticos, accesibles y de instalación sencilla.
Según su CEO, Hernán López, esta expansión no fue casual.“Capacitamos a comerciantes e instaladores, porque aunque la instalación es simple, hay que entender inclinaciones, ángulos, salidas a los cuatro vientos, pendientes del terreno y tipo de suelo”, dice.
Los modelos más vendidos son el biodigestor de 600 litros (91 cm de diámetro, 167 cm de alto) y de 1.100 litros autolimpiable (105 cm × 187 cm), ambos con cierre hermético tipo click y tuberías de polipropileno. Un kit completo de 600 litros (con cámara de lodos y de inspección) se comercializa a en $750 mil.
“Estas unidades representan una alternativa eficiente y sin olores frente a las fosas sépticas tradicionales, con bajo mantenimiento y mayor protección de las napas freáticas”, indican desde la empresa que comercializa desde la localidad bonaerense a todo el país mediante una red de distribuidores de la marca. “Gracias a la capacitación y la concientización, nuestras ventas crecen mes a mes”, afirma López.
El crecimiento reciente también está impulsado por normativas municipales que exigen biodigestores en nuevas construcciones, como ocurre en localidades de la provincia de Buenos Aires como Chascomús, Luján y Mercedes, donde no se habilitan servicios como agua, gas o luz sin estos sistemas. En el primer caso, el disparador fue la contaminación de una laguna local, que derivó en una política pública más estricta y protectora del ambiente.
“El modelo 600 litros es la opción preferida para viviendas unifamiliares, mientras que el de 1.100 litros se adapta a hogares más grandes o de uso compartido”, detalla López y explica que ambos equipos combinan “larga vida útil, instalación sencilla y un impacto ambiental inmediato, lo que fortalece su inserción en el mercado nacional”.
En el noreste de Argentina, la empresa Misión Bio, radicada en Posadas (Misiones), también opera en el mercado con un sistema denominado “Bidigestor M&M” que depura aguas residuales domiciliarias sustituyendo el pozo ciego. Está compuesto por dos módulos que aseguran la biodigestión completa y eficiente del desagüe sanitario. “Fabricado conforme a estándares ISO 9001 e ISO 14001 contribuye a la sostenibilidad en el tratamiento de efluentes”, asegura.
Se trata de un proceso de biodigestión anaeróbico, “estructurado por dos módulos cilíndricos de fondo plano que facilita su instalación y nivelación y un sistema bicapa que garantiza la impermeabilidad”, aseveran en la empresa que también atiende al mercado de la provincia de Corrientes.



