Experiencia tucumana
En esta explotación de limones la sustentabilidad se volvió filosofía
Son referentes en Argentina en producción y exportación de limones. Armaron un negocio de triple impacto a gran escala. Miden huella hídrica y de carbono y protegen la biodiversidad
Por: Rodrigo Elias mail
En 1965, Vicente Trapani instaló en Los Nogales, Tucumán, zona de cultivo de limones por excelencia, una extractora de aceite esencial para la explotación integral del limón. Seis décadas más tarde, la empresa que lleva su nombre no solo es referente en la producción, procesamiento, comercialización y exportación de esa fruta fresca y sus derivados industriales, sino que también logra aunar la agroindustria y la conservación de la biodiversidad, de la mano de un negocio rentable, constituyendo toda una filosofía.
“Lo más nuevo para nosotros es una doble materialidad, que implica evaluar nuestros impactos hacia afuera, a nivel ambiental y social, y cómo esos impactos nos afectan financieramente”, aseguró Paula Dip, jefa de sustentabilidad de Vicente Trapani SA, en diálogo con Ecobiz.
Según Dip, esto ayuda a entender de qué manera invertir y cómo se produce un retorno valioso para la empresa. “Por ejemplo, invertir en eficiencia energética o en mejoras de gestión hídrica puede parecer un costo al principio, pero termina siendo rentable, porque reduce consumos, baja costos operativos y da mayor previsibilidad ante escenarios como sequías o aumentos de tarifas”, ejemplificó.
Además, al anticiparse a regulaciones futuras o responder a las expectativas del mercado —clientes que piden trazabilidad, exportadores que exigen ciertos estándares, o bancos que ya incluyen criterios ESG—, cuidan la viabilidad del negocio en el mediano y largo plazo, por lo que va mucho más allá de un simple cumplimiento. “Estas inversiones tienen sentido estratégico porque protegen nuestro modelo productivo, y eso desde lo financiero es claramente rentable”, expresó.
Productos y proceso
El proceso comienza en el vivero, desde donde el plantín se lleva a la finca. “Tenemos fincas propias, aunque también nos abastecemos de otras de terceros”, afirmó.

Esa producción se cosecha y se divide tanto en la planta industrial -donde se elabora jugo concentrado, aceite esencial y cáscara deshidratada- como en un empaque en donde se embala el fresco para exportación. La mayoría de sus productos tienen como destino el mercado externo, mayormente Estados Unidos y la Unión Europea, además de algunos países en Asia.
Sus clientes suelen ser procesadores, que compran el jugo, el aceite o la cáscara del limón para la elaboración de un producto que ya va a la góndola.
La doble materialidad
“Materialidad financiera es mirar hacia adentro y preguntarse cómo afectan los temas ambientales, sociales o de gobernanza a mi empresa, por ejemplo, cómo el cambio climático puede afectar mis cultivos o mis costos de energía”, indicó Dip . “La materialidad de impacto consiste en mirar hacia afuera y preguntarse cómo afecta mi empresa al medio ambiente o a la sociedad, por ejemplo saber si mi producción genera emisiones o consume demasiada agua”, agregó.
El desafío, para Dip, es aceptar que el retorno no es inmediato, sino a mediano o largo plazo. “En contextos como el de Argentina, con alta volatilidad económica, social y regulatoria, el enfoque de doble materialidad cobra aún más relevancia, tenemos que apuntar más al detalle y a ser empresas resilientes a tanto cambio constante”, enfatizó.
Siguiendo esta doble consigna, en el último lustro la empresa incorporó la sustentabilidad como eje transversal, lo que implicó un cambio profundo a nivel técnico y cultural.
La estrategia de sostenibilidad se apoya sobre seis ejes: optimización de procesos productivos, manejo circular de los residuos, efluente cero, protección de polinizadores e insectos benéficos, conservación de suelo y producción orgánica, y recuperación de agua de lluvia.
Acciones sustentables
“Venimos midiendo desde el principio la huella hídrica y la huella de carbono, que nos permiten tomar decisiones basadas en datos”, aseguró la ejecutiva.
Con respecto a la huella de carbono, lograron reducirla hasta valores óptimos en el proceso que tienen en la actualidad y planean hacerlo en un 41% de cara a 2030. Además, cambiaron toda la iluminación por tecnología LED para bajar los consumos energéticos, y están en proceso de incorporar energía renovable.
En cuanto a la huella hídrica, identificaron cuáles eran los puntos críticos de cada sector, sobre todo en la finca, que es el mayor consumidor de agua de la empresa. “En la finca se empezó a recolectar el agua de lluvia de los techos del vivero, todos las nuevas instalaciones tienen para recolectar el agua y ya llevamos más de 2 millones de litros recuperados en los últimos cuatro años”, destacó.

Además, en el proceso de producción utilizan tecnología como la máquina More para extraer más aceite con menos materia prima
Un grande que protege
La empresa cuenta con 10.000 hectáreas propias, de las cuales sólo 1.300 son explotadas para producir, mientras que el resto es bosque nativo. Tiene un volumen de 100.000 toneladas de fruta procesada y de 42.000 toneladas cosechadas por año.
“En 2022 empezamos a hacer relevamientos de biodiversidad, del estado de conservación de esos bosques, y nos sorprendió para bien la cantidad de animales que había”, señaló Dip. Y agregó: “Allí comenzamos a trabajar para la fundación ProYungas, para continuar con los monitoreos y para empezar a concientizar internamente a nuestros colaboradores”.
La lista completa es larga e incluye animales propios de la ecorregión de Yungas y Chaco Serrano, como el ocelote, la rana mono, insectos benignos, entre otros. “Tenemos monitoreo con cámaras trampa cada dos años para ver la presencia de animales que tenemos tanto en los bosques nativos como en las plantaciones, lo que nos permite saber si nuestro bosque y nuestras producciones están conservadas para que ellos puedan seguir viviendo ahí”, sostuvo.

La compañía cuenta con terrazas de compostaje para sus residuos orgánicos industriales. “Hay un predio en la finca que se destina exclusivamente a ese compostaje”, subrayó.
Además, busca concientizar a los trabajadores para que todos los residuos orgánicos que se generan a diario en oficinas y demás se composten. “También le enseñamos a la gente de la zona a compostar, hicimos un concurso”, dijo.
Objetivos dulces
En cuanto a los planes a futuro, apuntó: “Queremos expandirnos a más cítricos, como naranjas y mandarinas, que también serían vendidas a empresas para que las conviertan en otros productos”.
Además, la firma adhirió a la iniciativa Objetivos Basados en la Ciencia (SBTi, por sus siglas en inglés). “Estamos alineando nuestros objetivos climáticos a esa iniciativa, que da un período de dos años para presentar los objetivos y la estrategia para reducir el 42% de nuestras emisiones”, concluyó.