Voces disruptivas
Invertir con impacto: cuando el destino del dinero toma sentido
En una de las "Charlas bajo el árbol", realizada en el marco de la Bioferia 2025, especialistas en finanzas sostenibles debatieron sobre las inversiones con impacto
Las inversiones con impacto dejaron de ser acciones aisladas para convertirse en parte esencial de los negocios de muchas compañías en un contexto en el cual el cuidado de los recursos naturales ya no es opción sino una necesidad.
"Así como muchos invierten en las grandes multinacionales, ¿no se podrá poner algo de ese dinero a crecer pero en cosas que no solo den rentabilidad económica sino que además le hagan un bien a la sociedad y al planeta?", se preguntó Matías Nicolini, director de Instituto Baikal, un espacio de capacitación y formación para la toma de decisiones con impacto que funciona en Buenos Aires.
Ese fue el disparador de una de las “Charlas bajo el árbol” que se realizó en el marco de Bioferia 2025, el gran encuentro latinoamericano sobre sustentabilidad que tuvo lugar en Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Caba).
Organizado por Trasa, la empresa argentina que promueve la inclusión financiera, la intención es conocer el destino de las inversiones y las razones por las cuales mucha gente financia a compañías que están en las antípodas de sus valores.
De hecho, el interrogante de Nicolini fue el disparador para un debate sobre las inversiones con impacto y cómo en muchas ocasiones quienes buscan rentabilidad a colocando sus fondos en distintas compañías muchas veces no saben qué negocios están respaldando. Incluso, muchas veces éstos van en contra de los valores de los inversores.
Juan Polledo, (ojo al pollo), especialista en finanzas sostenibles indicó que "al invertir en un índice, como puede ser el SP 500, de Estados Unidos, sin llegar a ser un inversor de impacto, se invierte en negocios que cualquier ciudadano medio tampoco querría tener, por ejemplo, empresas armamentistas, tabacaleras, con altísimas emisiones, etc”. Explicó que “de hecho hay ambientalistas que sin saberlo están invirtiendo en esas empresas".
Su caso fue emblemático. Después de trabajar muchos años en una empresa donde se atendían temas ambientales, se preguntó qué estaba haciendo con el dinero que había ganado y que aún no había gastado, en dónde la estaba invirtiendo, qué estaba financiando. "Abrí las cuentas de bancos, de fondos de inversión y dije esto no me gusta", contó. Y ahí comenzó su búsqueda.
"En los bancos comprás productos estandarizados. Y si vos indagas un poco ahí dentro decís acá no estoy tan de acuerdo con lo que estoy financiando. O a veces estoy totalmente en desacuerdo. Por eso saqué la plata y decidí que hasta que no sepa dónde invertirla, que vaya en línea con mis valores, iba a estar ahí. Fue entonces que conocí a BeLat, a Trasa y empresas de triple impacto", recordó Polledo.
En ese momento conoció a Nicolini, quien actualmente dicta el curso de "Impacto" en Baikal y llegó también hasta allí a través de una búsqueda personal. Se recibió de ingeniero civil, trabajó en obra y cuando se vio construyendo edificios durante 20 años para, en el mejor de los casos, ser gerente y seguir construyendo, vio un camino que no lo sedujo.
"Con mis amigos veíamos injusticias sociales y, entre ellas, nos dimos cuenta que hay más de 6 millones de personas que no tienen baño”, dijo y agregó: “Yo nací con baño cerca de mi cama y me pareció que era un derecho que se merecían todos, así que decidimos construir un baño para una familia que no tenía. Hoy eso es una organización social que se llama Módulo sanitario y está cumpliendo 10 años, habiendo hecho más de 1500 baños en toda Argentina", agregó.
"A Módulo lo pensé como una empresa, necesitábamos generar superávit”, detalló el empresario, porque eso “es lo que permite que la rueda gire y crezca”, dijo.
En ese camino fue profesionalizando su propio negocio y comenzó a analizar un montón de negocios en todo el mundo. “Entonces pensé: ¿por qué no podemos hacer esto con una empresa de impacto?", señaló Nicolini.
Trasa, justamente, es una de las empresas que vienen apostando por las inversiones con impacto. "La organización va migrando, de a poco, de las inversiones tradicionales a otras con propósito, con diferentes socios como BeLat o Sumatoria", explicó su fundador, Ricky Minicucci. De esa manera, la firma financió ya diferentes proyectos, como uno de ganadería regenerativa y un filme independiente que trata de sobre desórdenes alimenticios, entre otros.
Su historia, también, tiene que ver con el viraje de una compañía tradicional a una de triple impacto, certificada como empresa B. "Caminamos los barrios hace rato. Llegó un punto en 2017 en que caminé la ex Villa 31, porque escuché al presidente del BID diciendo que iba a mudar las oficinas allí y les dije a mis socios que vayamos primero”, recordó Minicucci. “Me fui con el auto, estacioné a 8 cuadras, entré caminando, me reuní con una de las personas de allí y le dije que quería traer Trasa a la villa y me dijeron que estaba loco”, agregó.
De todos modos, “me fui muy entusiasmando porque había tenido una experiencia interesante: había entrado, con mis miedos, pero no había pasado nada, y me propuse ir allí”, dijo. A los tres meses se instalaron y luego pusieron un cajero automático (el primero en una villa) para que la gente pueda sacar plata y circule el dinero en los negocios de cercanía.
Tanto Minicucci como Polledo y Nicolini coinciden en que las inversiones con impacto no implican resignar rentabilidad. No se trata de dejar de obtener beneficios para apoyar proyectos sociales, sino de poder obtener rentabilidad apoyando iniciativas que sean social y ambientalmente amigables, que coincidan con los valores de los inversores que tienen esas inquietudes.