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14.11.2024

Nuevo urbanismo

Ciudades sustentables: un modelo donde los vecinos son protagonistas

El urbanista y funcionario de Caba, Álvaro García Resta disertó en el auditorio de la empresa Crucijuegos sobre la arquitectura del siglo XXI

Por: Florencia Boeri mail

Pensar ciudades con una mirada de sustentabilidad, inclusión e integración son los pilares que impone el urbanismo del futuro, donde las personas estén en el centro y los proyectos incluyan el concepto de la co - creación.

Esas ideas fueron las que planteó Álvaro García Resta, quien desde hace cinco años dirige la Secretaría de Desarrollo Urbano de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Caba), un lugar desde el cual diseñó e ideó proyectos que “transformaron la vida de los vecinos”, dijo.

Durante la charla “Urbanismo en el siglo XXI” que tuvo lugar en el marco de la inauguración del auditorio de la empresa Crucijuegos en Rosario, el funcionario habló de esta nueva forma de pensar la arquitectura.

“Las ciudades son un terreno de enorme oportunidad, pueden ser re-significadas hacia el futuro con tecnología aplicada. Estamos en la era de las ciudades”, afirmó el arquitecto.

En Argentina el 60% de la población vive aglomerada en ciudades. Para el especialista esto es así porque la infraestructura que poseen permite que las personas tengan una buena calidad de vida. En este punto, García Resta destacó la importancia de transformar las ciudades desde la infraestructura existente que se encuentra obsoleta por su uso, en oposición a la postura de “es más fácil construir nuevo que construir bien”.

Otro de los focos en los que hizo hincapié tiene que ver con metodologías para que los vecinos se apropien de los procesos de transformación. “La participación ya fue, no alcanza. Necesitamos metodologías de co-creación que devengan en proyectos”, aseveró.

Puntualizó en la importancia de ir más allá de los planos de arquitectura para poner a la gente en el centro de la escena. Para ello crearon la Dirección de Antropología Urbana, un equipo interdisciplinario del gobierno que involucra sobre todo a arquitectos y antropólogos.

Desde la Dirección guían a los vecinos para identificar cuál sería la transformación “ideal” y desde ahí proyectan lo viable de la idea. El objetivo es generar las condiciones para que los vecinos y actores a los que la transformación urbanística los va a afectar tengan una participación activa en el proceso. 

“Los consensos son el punto de partida de la transformación”, aseguró el funcionario de Caba y planteó un esquema de prioridades que empieza por las personas y sigue con procesos, proyectos, planes, y culmina con la ejecución de políticas públicas.

Para García Resta, pensar un diseño urbano antropológico que ponga en el centro de la escena a la gente implica transformar la infraestructura en algo que se necesite y se desee. En este sentido señaló dos indicadores para medir el espacio público: atracción y permanencia.

El urbanista planteó que es importante hacer seguimiento de los proyectos una vez inauguradas las obras, lo que significa, monitorear los usos y la permanencia de la gente en el lugar transformado. “La mirada de medir y corregir es clave, no tiene sentido terminar un proyecto y olvidarlo por 45 años hasta que se haga otro”, consideró.

“El comportamiento humano es la esencia de la arquitectura y de las ciudades. Hay que diseñar en función de cómo van a crecer y cómo se va a comportar la gente”, expresó el profesional y agregó: “Más importante que la infraestructura en sí es lo que genera”.

García Resta presentó casos claves de su gestión que transformaron la vida de los vecinos.

El caso Plaza Hussey

El funcionario realizó su tesis de grado sobre Plaza Bernardo Houssay de Caba, y fue también uno de los primeros desafíos que eligió encarar en la gestión pública. El profesional explicó que si bien la plaza es un espacio público en una zona de Facultades, no tenía uso y se caracterizaba por ser epicentro de robos.

La plaza había sido modificada en la última dictadura para evitar las reuniones sociales y la organización estudiantil. “Ese diseño así como ese efecto en las personas, aún perduraban”, recordó. 

Con algunas reformas que incluyeron quitar los puntos ciegos, unificar el espacio verde, lograr concesiones comerciales a lugares de comida, café, y una cadena de cines, lograron que ese espacio público tenga uso todos los días de la semana, de la mañana a la noche. “Cuando se hace algo y la demanda existía pero estaba insatisfecha el cambio es rápido”, sentenció.

Manzana 66

Otro de los casos es la Manzana 66 en la Comuna 3 en Balvanera, una zona de asentamientos que se habían ordenado alrededor de una estructura abandonada de 63.600 m2, conocida como Elefante Blanco. 

La plaza diseñada en Manzana 66, en Balvanera.Leyenda

Después de un proceso de trabajo conjunto entre la Dirección de Antropología Urbana y los vecinos se decidió demoler el Elefante Blanco para construir un nuevo edificio y dejar un espacio público verde de 12.100 m2 que hoy cuenta con un anfiteatro, juegos, sector de patinaje y cancha multideporte.

En el nuevo edificio funciona el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat, donde 1.100 personas se dirigen a trabajar allí todos los días, “generando movimiento y seguridad en el barrio”, explicó el funcionario.

La manzana de Jujuy, Belgrano, Moreno y Catamarca le pertenecía a un privado, con quien negociaron que reciba, a modo de compensación, unos terrenos en el barrio de Saavedra que tienen el mismo valor de mercado que la Manzana 66.

En este sentido, para García Resta en espacios tan complejos como lo son las ciudades, “es clave comprender los sistemas de intereses y diseñar sistemas de incentivos”.


 

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