Campo y ambiente
Roberto Peiretti: "Es un mito que la producción extensiva destruye todo"
Socio fundador de Aapresid y miembro de Caapas, el especialista analizó las tensiones entre el uso del suelo y la producción de alimentos. Aquí sus reflexiones
Por: Eugenia Langone mail
Usó números concretos, datos y estadísticas, como habitualmente le gusta hacer para fundamentar sus afirmaciones. “En la década del 60 la disponibilidad del suelo productivo era de 0,45 hectárea por habitante y la proyección para 2050 es menos de la mitad, es decir 0,20 hectárea por habitante. Y mientras que a mediados del siglo XX se alcanzaban 1.000 millones de toneladas anuales de producción de cereales, esa cifra se triplicó a 3.000 millones en la actualidad”, dijo Roberto Peiretti, ingeniero agrónomo, uno de los socios fundadores de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) y de la Confederación de Asociaciones Americanas para una Agricultura Sustentable (Caapas) para desmitificar el impacto en el ambiente de la agricultura extensiva, especialmente de la soja.
“Logramos acompañar el consumo y triplicar la producción con la mitad del suelo per cápita”, dijo e hizo una advertencia: “Así y todo, los excedentes de esa producción que servirían como reserva en caso de que hubiera un parate, alcanzaría para abastecer al mundo apenas algunos meses o semanas”.
Aunque reconoce que es clave avanzar en la sostenibilidad del modelo agrícola con cuidado de suelo, reposición de nutrientes o rotaciones acertadas - algo que pregona y practica, es también un convencido de que la tensión entre la disponibilidad de suelo productivo y el desafío de seguir incrementando el volumen de producción “para alimentar al mundo”, no es tal, sino producto de “posiciones extremas”, muchas de las cuales están asentadas en la agroecología que a su juicio no representa la realidad productiva de la Argentina ni del mundo.
Analizando las tendencias de las últimas seis décadas, el especialista planteó el desafío de “seguir haciendo crecer los rindes de forma sustentable” y remarcó la necesidad de dejar de lado posicionamientos “extremos”.
Así lo dejó claro durante la charla “Sembrando con futuro: estrategias ante el cambio climático” organizada por la asociación que representa a la cadena de la soja (Acsoja) donde intentó demostrar que no “las posturas ecocéntricas extremas”, a su criterio, “evitan la implementación de la tecnología”. Aunque también llamó a analizar las llamadas “homocéntricas extremas que no son sustentables y buscan utilizar el suelo con criterios de explotación”.
“Debemos buscar una camino intermedio, sensato y racional que logre conciliar ambas posiciones”, afirmó.
Peiretti explicó que mientras que los rindes crecieron tres veces, el incremento del área cultivada fue sólo del 20%. “Eso rompe el mito de que la producción destruye todo, ya que el 80% del crecimiento de volúmenes proviene del aumento de los rindes y no del área cultivada”, agregó.
Desafío global
Frente a esos logros, no dejó de señalar que aún hoy se producen a nivel mundial algo menos de un millón de muertes al año por falta de alimentos. “El número cayó, pero no debemos conformarnos”, afirmó antes de plantear la disyuntiva que el sector enfrenta de cara al futuro.
“Para seguir haciendo crecer el volumen de producción sólo existen dos caminos, que son: aumentar el rinde por hectárea o subir el área cultivada”, dijo y “en la medida que elijamos seguir creciendo en rendimientos debemos priorizar las formas sustentables, quitar presión a la necesidad de expandir, aunque esto se vea entorpecido por las potentes acciones de carácter extremo que limitan su implementación”.
Pero eso es justamente un camino donde es clave encontrar el equilibrio “¿Quién se hace responsable de que las nuevas soluciones tecnológicas disponibles no lleguen a donde se necesitan y con urgencia?”, se preguntó reflexionando sobre cómo el atraso en el sector viene de la mano de prácticas menos sostenibles.
En ese punto, apeló a la “responsabilidad” y a la búsqueda de “posturas balanceadas que permitan satisfacer necesidades mínimas, reduciendo los impactos”.



