Conversación pública
Alimentar ciudades: un menú de producción sostenible e inclusión
Rosario fue sede de un debate nacional para pensar un desarrollo local sostenible basado en producción agroecológica y trabajo cooperativo. Aquí te lo contamos
Por: Eugenia Langone mail
Construir una trama que visibilice a productores de alimentos y organizaciones, así como técnicos e investigadores que promueven la producción sostenible y el trabajo cooperativo fue uno de los objetivos de la tercera edición de “Alimentar Ciudades”, una iniciativa de alcance nacional que tuvo su último capítulo en Rosario esta semana.
La propuesta pone énfasis en fomentar una alimentación saludable que incluya a todos los sectores de la sociedad y fomente la inclusión de las comunidades productoras y en la cual, además de los Estados, es clave que esté incluido el sector privado.
“Alimentar Ciudades” promueve la producción agroecológica y el trabajo cooperativo y busca fortalecer el desarrollo local sostenible, facilitar el acceso a alimentos libres de químicos y potenciar la vinculación entre las comunidades y los productores de cercanía.
“En un contexto en el que los precios de los alimentos son cada vez más elevados, estos encuentros buscan unir esfuerzos para garantizar el acceso a una alimentación sana y económicamente accesible”, dijo la concejala justicialista, Norma López, una de las facilitadoras de la jornada en Rosario, y quien encabezó la actividad junto a su par del bloque Arriba Rosario, Mariano Roca, y el director de Vinculación e Integración Regional de la provincia de Buenos Aires, Oscar Minteguía.
También fueron parte de la mesa de discusión funcionarios y responsables del diseño de las políticas públicas de Rosario y otras localidades de Santa Fe, así como de la provincia de Buenos Aires. Todos coincidieron en la necesidad de armar una nueva ordenanza que unifique la legislación vigente en la ciudad y facilite estos objetivos.
La accesibilidad de los alimentos es crucial para una sociedad más justa y equitativa. En ese marco, el titular del Centro de Estudios Sociales y Acción Comunitaria (Cesyac), Juan Marcos Aviano, lo puso en números. Detalló que el informe mensual de la canasta básica de agosto pasado arrojó un costo total de 1.750.000 pesos, de los cuales más de 600 mil son alimentos. “Cuando hicimos el primer informe, en julio del 2010, el costo era de 4.370 pesos”, recordó.
Cooperativistas y organizaciones de la economía social, productores hortícolas y huerteros, investigadores de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y también de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA), del Conicet, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) y el Instituto de Salud Ambiental de la UNR, así como funcionarios y concejales locales, y de otras localidades de la provincia y el país fueron parte del debate que se desarrolló por más de dos horas en el Concejo Municipal de Rosario.
Una propuesta de ordenanza
Si bien a lo largo de las dos horas se abordaron en amplitud las problemáticas del sector, desde intermediación excesiva, costos logísticos hasta la comercialización de productos regionales, se plantearon también desafíos: el desarrollo de ferias locales y la Red Nacional de Alimentos Cooperativos, y el inicio del trabajo para la elaboración de una ordenanza marco en la ciudad que contenga toda la normativa vigente en Rosario, que ya cuenta con una tradición de varias décadas.
López explicó que el objetivo es “trabajar sobre lo que ya existe en Rosario, que son huerteros y productores, producción frutihortícola agroecológica, consumidores y el fomento a estas líneas de acción y avanzar en una ordenanza que incorpore todo eso en una sola normativa teniendo en cuenta todo el circuito, desde la producción a los consumidores”.
Con la participación no sólo de referentes y funcionarios de Rosario y la provincia, se abordó la propuesta también en presencia de concejales de otras localidades bonaerenses, como Arrecifes, 3 de Febrero y San Martín, con la idea de avanzar en esa iniciativa en paralelo en diferentes puntos del país.
“La idea es fortalecer herramientas y que haya legislaciones con presupuestos mínimos para que en diferentes ciudades se pueda acceder a la producción sustentable”, completó la concejala rosarina.
Sobre lo hecho en Rosario en el último tiempo, la coordinadora general de Espacios Productivos de la Municipalidad, Bárbara Pérez, remarcó el alcance territorial de la política e hizo hincapié en las inversiones realizadas en sistemas de riego para los parques huerta, las mejoras del perímetro y de la infraestructura, y la compra de herramientas de Rosario”.
Por su parte, el concejal Roca detalló que actualmente existen por lo menos “seis instrumentos normativos, todos ya con algunos años de vigencia, que tienen impacto” y marcó que “en la ciudad el 67% del presupuesto está asignado a gasto social, lo que es una definición política en sí misma”.
Sobre la elaboración de una nueva ordenanza señaló que “existe un sistema normativo funcionando, no estamos cerrados a complementarlo y habría que discutir técnicamente la creación de un sistema”.
Más allá de ese punto, Roca hizo hincapié en la necesidad de “reforzar la visión sobre lo que el mundo privado también debería hacer en ese sentido, desde el capital privado hasta las organizaciones sin fines de lucro”.
Pluralidad de voces
Desde las bancas, esta vez el recinto de sesiones estuvo ocupado por un sinnúmero de activistas, cooperativistas, representantes del sector productivo, técnicos e investigadores que llevaron dificultades, propuestas, puntos de vista y experiencia al debate.
Antonio Lattuca, pionero de la agricultura urbana en Argentina y en Rosario, fundador del Centro de Estudios de Producción Agroecológica, además haber coordinado por casi dos décadas el Programa de Agricultura Urbana de la ciudad, destacó el modelo de los parques huerta de Rosario como antecedente en todo el país. De hecho, propuso “declararlos patrimonio de la ciudad junto a todos los espacios donde se está haciendo agroecología”.
La reconversión de los agricultores urbanos, la profesionalización y la necesidad de incorporar maquinaria para el procesamiento de alimentos para agregar valor a la cadena productiva fueron otros dos de los puntos que marcó, así como la importancia de garantizar que los productos cumplan con normativas vigentes, promoviendo certificaciones institucionales que respalden su calidad.
Experiencias en territorio
Otro de los históricos que dio cuenta del proceso local fue Raúl Terrile, actual coordinador e integrante del Programa Sustentable de Alimentos, que marcó un definición clave: la agroecología como una práctica que no sólo implica la producción de alimentos, sino también la generación de servicios ambientales.
Además de coincidir en la necesidad de “fortalecer el marco normativo”, celebró los 23 años de existencia de las ferias locales y destacó que en la actualidad existen 40 puntos de venta activos.
Sobre las experiencias hechas en el territorio, el concejal del Movimiento Evita, Maríano Romero, no sólo se refirió al parque huerta de Tablada, sino además a lo hecho en el predio que era del Centro Educativo Latinoamericano (CEL) y donde actualmente a través de un convenio con la Municipalidad se produce en un sector del terreno de Uriburu y Avellaneda.
En ese marco, el acceso de terrenos públicos o privados para el trabajo de la tierra fue otra de las problemáticas planteadas. Romero puntualizó lo sucedido con familias que trabajaban en terrenos privados de Soldini, de donde tuvieron que irse.
Con más de 20 años de experiencia en Zaballa donde hay una red de 14 productores y un molino orgánico donde se producen desde prepizzas hasta tapas de empanadas, el referente del Grupo Ecologista Génesis, Alcides Ghiglioni, marcó la necesidad de mejorar los canales de información y la calidad de la información que llega a los consumidores.
“Si uno no sabe que una acelga comprada en un supermercado tiene 18 partes por millón de hierro y que una agroecológica tiene 1.800 partes por millón, no existe diferencia”, ejemplifica. Al tiempo que la educadora en nutrición, Varinia Sánchez, remarcó que lo que los alimentos agroecológicos significan “no sólo en la salud del cuerpo que lo come, sino además en la construcción de salud en el ambiente”.


