Industria
08.09.2025

Leche de vanguardia

Suman innovación y arman una receta verde para el tambo

Un grupo tambero de la provincia de Santa Fe apuesta por sistemas eficientes y más sustentables para potenciar el negocio. Te contamos la experiencia

Por: Eugenia Langone mail

Una historia familiar ya centenaria, más de mil animales que permitieron incrementar la producción de leche en un 105%, 1.450 hectáreas y la sustentabilidad como un eje central en los procesos son parte de la apuesta que el Grupo Chiavassa hace en el corazón agrícola de la provincia de Santa Fe. Una apuesta que no sólo llevó adelante a través de acciones concretas para la transformación de sus procesos productivos, sino a través de asociaciones para la innovación junto a actores clave como la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y el Conicet. 

El sistema de estabulación libre con cama de compost para los animales, la captación de agua de lluvia, el uso de sistemas para evitar el uso excesivo de agua para el limpieza, la minimización del tipo en el tratamiento de los efluentes y el manejo de residuos se suman a las acciones que la empresa emprendió para reducir la huella de carbono. 

Desde hace unos años, además, trabajan conjuntamente con investigadores de la UNL y el Conicet en un proyecto que busca potenciar la producción de compost de alto valor agronómico que se origina en desechos secundarios del proceso productivo, como son las camas de terrenos y residuos sólidos de los separadores de efluentes. 

En paralelo y con los mismos socios, desarrollan una iniciativa que busca en el futuro recuperar agua del efluente, tratarla y volver a utilizarla en sistemas de limpieza, lo que permite reducir el consumo de agua azul y la extracción de napas profundas. 

Cuatro generaciones

Con apenas algo más de 5 mil habitantes, y ubicada a 180 kilómetros de Rosario y a otros 170 de la capital provincial, la localidad de Carlos Pellegrini cuenta - a través de la familia Chiavassa - la historia de los miles de inmigrantes que llegaron a Santa Fe y desarrollaron la actividad agropecuaria y, en este caso, la lechería. 

A la historia de Pedro, que llegó del Piemonte a finales del siglo XIX, le siguen la de su hijo Domingo que ya para los años 20 del siglo XX desarrollaba la actividad lechera a unos pocos kilómetros de donde trabajan actualmente. 

La sala rotativa de ordeñe hace más eficiente la actividad.

La firma ya integró a partir de 2003 a terceras y cuartas generaciones, lo que sus integrantes señalan como “un orgullo”, pero también una marca identitaria de la compañía. 

“Mi gran orgullo es poder trabajar en familia, haber podido pasarle la posta a nuestros hijos, porque no hay empresa que perdure si no hay delegación. No sabemos bien cómo pero la pasión se fue pasando a ellos quienes son los grandes hacedores”, explica Carlos, que ya sumó a su prole: Cristian, Soledad, Cristóbal y Rocío. 

Ese legado centenario no sólo le permitió crecer - el número de vacas de ordeñe pasó de 619 en 2009 a más de 1.700 -, sino además potenciar en innovación e incorporación de tecnología, donde la sustentabilidad fue uno de los ejes clave. 

“Antes teníamos un solo profesional y hoy son más de veinte profesionales que trabajan en la empresa”, dice Cristian, y agrega: “La productividad por persona se duplicó. Cuando uno incorpora tecnología no destruye fuentes de trabajo, genera trabajo más calificado, más atractivo, menos rutinario, menos físico y al eliminar ese tipo de trabajo repetitivo te volvés más eficiente, más competitivo, crecés como empresa”. 

Mitigar la huella

Con “mirada a largo plazo”, como señala también Cristian, el grupo ya puso en marcha acciones concretas para mitigar la huella de carbono de su producción. 

Para eso, su principal práctica sostenible de impacto es la utilización de enmiendas orgánicas en los campos agrícolas, un proceso que se fundamenta en los conceptos aplicados de economía circular. 

Así, cada año los desechos generados por el sistema de producción son transformados en productos intermedios que permite devolver al campo gran cantidad de materia orgánica y nutrientes de modo de sustituir la fertilización tradicional de productos de síntesis química. 

Actualmente trabajan con el aporte de bio enmiendas de compost, liga de corrales y semi líquidos estabilizados. Desde la empresa, señalan que el principal impacto es la reducción de compra de fertilizantes químicos. 

Los integrantes de una empresa familiar centenaria radicada en Carlos Pellegrini (Santa Fe). 

A ese proceso, y con el objetivo de diversificar y complementar el negocio del tambo, pusieron en marcha un proyecto de producción porcina en galpones que cuentan con tecnología para la alimentación y climatización del espacio para optimizar la eficiencia, la seguridad del sistema y alcanzar altos estándares de bienestar animal. 

Se trata de 16.000 metros cuadrados de galpones que  contemplan la gestión de los efluentes de modo que luego sean aprovechados como fertilizantes.  De ese modo, 500 hectáreas son fertilizadas con efluentes orgánicos porcinos, generando además una decena de empleos directos y otra decena de manera indirecta.

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