Campo
09.05.2025

Soñaron a lo grande

Crearon una biofábrica que elabora insumos con residuos agroforestales

Una experiencia que comenzó como producción agroecológica hoy es una fábrica que elabora insumos sustentables y genera empleo e inclusión en la comunidad

Por: Eugenia Langone mail

Una biofábrica que gestiona residuos en forma sustentable, la producción de insumos agroecológicos para productores y la generación de empleo verde con perspectiva de género son el resultado de un trabajo de décadas que arrancó en Misiones en los años 90 y hoy es Reverdecer, una industria nacida bajo el concepto de economía circular e inclusiva.

Claudia Kozaczek está desde el inicio de todo, cuando un grupo de mujeres agricultoras del centro de la provincia de Misiones a mediados de la década del 90 comenzó a reunirse una vez por mes, casa por casa. “Empezamos con semillas que nos daba el Inta”, recuerda la mujer desde Salto Encantado, a 60 kilómetros de Oberá, donde los nombres heredados de la Europa del Este se multiplican. 

La Asociación Civil Mujeres Soñadoras creció como proyecto comunitario y recuperó saberes ancestrales para la producción de mermeladas que realzan la importancia del monte nativo a través de sus frutos, como el ubajay, la cerella, el mbocayá e incluso la pitanga, que lograron incluirla en el Código Alimentario Argentino. 

A casi 30 años de ese inicio, la asociación sigue trabajando en la valorización de los montes nativos, tiene dos líneas de producción - mermeladas de frutas nativas y mermeladas de la chacra - y es parte de una red provincial mucho mayor: el Espacio Productivo y Educativo Ambiental Reverdecer - Somos Red, que recientemente fue seleccionado por el “Desafío Innovación para el Norte Grande Argentino” para fortalecer su Espacio Productivo y Educativo Ambiental Reverdecer. 

El vivero y la biofábrica también es un centro de educación para diferentes escuelas.

Esa trama, que comenzó a tejerse en tiempos de pandemia, hoy incluye una biofábrica, un vivero y espacios educativos que trabajan con los productores y sus hijos. Además, agrupa a organizaciones y emprendimientos de diferentes puntos de la provincia, desde San Pedro donde también mujeres producen vinagres de frutas nativas hasta Andresito, en el extremo norte de la provincia.   

Marina Parra, además de ser socia y secretaria de Mujeres Soñadoras, coordina actualmente la red provincial que se inició con el financiamiento de Naciones Unidas en el marco del Proyecto de Uso Sustentable de la Biodiversidad (Usubi), una apuesta para trabajar en la incorporación del uso sustentable de la biodiversidad en pequeños productores y en la protección de los bosques de alto valor de conservación.

“En ese momento comenzamos a trabajar en la recuperación de los conocimientos de las mujeres rurales vinculados a la biodiversidad y a los productos del monte, con la idea de que el monte es mucho más que la madera”, recuerda Parra y detalla la labor hecha para "poner en valor las prácticas que recuperan las frutas del monte, los hongos, las plantas medicinales y diferentes productos, como la miel de abejas nativas”. 

El valor de la economía circular

Hoy Reverdecer desarrolla en Misiones un proyecto que combina la agroecología con la gestión sustentable de residuos agropecuarios, forestales e industriales a través de su biofábrica y la producción de insumos agroecológicos. 

Con enfoque de economía circular, la biofábrica recibe los residuos de los productores y los transforma en bioinsumos. Tiene capacidad para procesar 15 toneladas por mes. 

“A cada uno de los productores que acercan estos residuos desde sus chacras se les paga justamente con bioinsumos para su trabajo”, dice la coordinadora para explicar la cadena que apunta tanto la regeneración de los suelos como la protección de la biodiversidad. Lo que no se entrega a los productores de la red, se comercializa.

“Es un modelo de trabajo, donde la red de proveedores son los vecinos y las organizaciones que también están en la transición agroecológica. Son ellos los que proveen del estiércol, el azúcar y el aserrín con que la fábrica hace los insumos y potencian el proceso”, dice Parra.

“Eso es clave en una provincia donde aún la población rural es mayor que en el resto y donde hacemos hincapié en el arraigo de las comunidades, para que eso siga así y no suceda como en otras zonas del país donde familias y productores migran a las ciudades”, señala. 

A esta red comunitaria se fueron sumando otros actores sociales como la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Nacional de Misiones y la Fundación Encuentro para la Participación Ciudadana y la Ampliación de Derechos.

Mujeres y jóvenes

Las mujeres y los jóvenes son la columna vertebral de muchos de los proyectos, cuenta Marianela Scharschinger, hija de Claudia, que es parte de la asociación que puso en marcha su mamá y que ahora también trabaja como integrante del equipo de coordinación de la biofábrica Reverdecer y tesorera en la Asociación Civil Ampliando Pueblo. 

“Somos desde siempre las poblaciones más vulnerables por ser las menos formalizadas y además, con menos participación en la toma de decisiones”, explica y señala que a lo largo del trabajo son “muchas veces los jóvenes los que llevan a las chacras nuevos modos de producir”. 

La Asociación tiene dos líneas de producción de mermeladas, de frutas nativas y de la chacra.

Parra señala que ”fue con la pandemia, cuando los jóvenes comenzaron a volver a sus casas en las chacras, cuando se planteó la posibilidad de trabajar en la capacitación juvenil para los hijos e hijas de los productores”. 

Nació así Promotores Ambientales y el programa Semilleros, donde a su vez se generó el trabajo de aprovechamiento de las semillas y la creación del vivero que actualmente está en marcha y que provee a las mismas chacras para que la nativas sean vueltas a plantar y así enriquecer la biodiversidad.

Con más de 300 integrantes en la provincia, muchos de ellos en el centro misionero, y un trabajo de educación con las escuelas que pasan por la fábrica en los tres niveles para hacer sus prácticas, la red es una apuesta a la biodiversidad, la soberanía alimentaria, la innovación productiva y la transición agroecológica. 

“Trabajamos para retomar eso que desde siempre sabemos hacer”, explica Marianela, mientras la coordinadora de la red vuelve a poner en valor la trama en tiempos de crisis:  “La red permite salir del aislamiento a las familias y a las comunidades, pensando en la asociación mutua y el intercambio de proyectos que son sostenibles, que les ofrecen trabajo formativo y que además podemos decir que económicamente, funcionan”.
 

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