Jóvenes ideas
Le sacaron un residuo al campo y lo convirtieron en ropa de trabajo
Participaron del programa Agromakers de la Bolsa de Rosario y Universidad Austral y convirtieron una idea escolar en una producción a escala
Una idea que nació en el aula de una escuela técnica de Landeta - provincia del noroeste santafesino - terminó convirtiéndose en un emprendimiento que ya colocó sus primeros productos en el mercado.
Se trata de Agrodex, un proyecto de reciclaje textil para confeccionar ropa de trabajo reutilizando silobolsas, que el año pasado escaló a delantales impermeables, un insumo clave para las actividades prácticas que forman parte de la formación agroindustrial.
La iniciativa la llevan adelante los alumnos de la Escuela de Educación Técnico Profesional N° 301 “Mariano Moreno”, de Landeta, que conjuga la solución de un problema ambiental visible en el territorio como son los desechos de los silobolsas en esa área del corazón productivo de la Argentina y una iniciativa redituable.
El punto de partida fue cuando los alumnos se presentaron en Agromakers, el programa que impulsa la Fundación de la Bolsa de Comercio de Rosario y la Universidad Austral, con el acompañamiento de A3 y la provincia para fomentar el pensamiento innovador en escuelas secundarias de toda la provincia.
En el año 2023, el grupo presentó Agrodex a este programa y recibió el primer premio entre más de 25 finalistas, pero además se convirtió en una de las historias más resonantes del certamen.
“Los chicos observaban silobolsas tiradas y que se volaban en los campos cuando iban y venían de sus pasantías. Ahí surgió la idea: ¿por qué no recuperarlas y hacer ropa de trabajo?”, recuerda Valeria Ellena, directora de la institución.
Se trata de una solución innovadora teniendo en cuenta que en Argentina se desechan unas 19.000 toneladas cada año.
Detrás de la distinción que recibieron en el programa Agromakers hubo mucho más que una buena idea: los estudiantes diseñaron moldes, recolectaron silobolsas en campos de la zona, los limpiaron, cortaron y ensayaron distintas confecciones articulando con toda la comunidad para lograr los entregables.
Así pudieron desarrollar los primeros prototipos de capas con capucha, pantalones y delantales, con el acompañamiento de docentes y exalumnos. Como el material requería costura industrial, una parte del trabajo fue tercerizada, pero toda la organización del proceso productivo quedó en manos del grupo.
En 2024, y nuevamente se presentaron en el concurso y la escuela volvió a presentar su iniciativa pero esta vez enfocada exclusivamente en delantales impermeables, un insumo clave para las actividades prácticas que forman parte de la formación agroindustrial.
El proyecto obtuvo el segundo lugar, y gracias a la difusión que generó su participación en el programa, una empresa privada se contactó para encargar 2.000 delantales, lo que significó un salto decisivo hacia la producción a escala.
“Ese pedido movilizó a toda la escuela. Conseguimos una máquina de coser con un subsidio provincial y organizamos la producción dividiendo tareas. Incluso los asistentes escolares y estudiantes de otros cursos ayudan a cortar y marcar piezas”, cuenta la directora. “Fue un proyecto que realmente tomó una dimensión inesperada”.
Ese pedido activó a toda la comunidad escolar. Con apenas una única máquina de coser, decidieron mantener en la escuela las tareas de corte, marcado y armado de piezas, y encargar la costura a modistas locales. La experiencia, además de su valor pedagógico, mostró la capacidad de articulación y compromiso que genera un proyecto cuando logra conectar conocimiento, territorio y oportunidad.
El programa de BCR Agromakers no solo estimula la creatividad en jóvenes y promueve el espíritu emprendedor, sino que también les brinda una plataforma para visibilizar sus propuestas, conectarlas con actores del ecosistema productivo y desarrollar habilidades concretas de gestión, diseño y planificación.
