Reciclaje
La gran cooperativa agrícola que armó una cruzada contra los plásticos
La Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA) cerró 2024 con 4.000 toneladas de plástico procesado en su planta de Cañada de Gómez. Busca recuperar 100% del material que genera
Por: Eugenia Langone mail
La planta levantada en Cañada de Gómez, con capacidad de procesar 7 mil toneladas de residuos plásticos al año, es la apuesta de la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA) para recuperar el ciento por ciento de los plásticos que generan en productos agropecuarios, fundamentalmente silobolsas y envases de productos fitosanitarios. En concreto, cerraron 2024 con 4 mil toneladas de material procesado, algo más del 50% de su capacidad, y en 2025 tienen como objetivo alcanzar las 5 mil toneladas y un crecimiento del 25%, contó a Ecobiz el gerente de la Planta de Recupero de Residuos Plásticos, Flavio Luetto.
A poco de cumplirse una década del inicio del proyecto - que arrancó en 2015, comenzó a levantarse en 2016 y dio sus primeros pasos en 2017- el responsable de su funcionamiento recordó que fueron “una serie de factores” los que impulsaron su puesta en marcha: el inicio de la producción de silobolsas por parte de ACA, la demanda de la Unión Europea de acciones de responsabilidad social y ambiental para la calificación bancaria, y el proyecto de la ley nacional de envases que comenzaba a tomar forma.
Con el proceso en marcha en el parque industrial de Cañada de Gómez, en el sur santafesino, ACA se convirtió en la primera empresa que produce y distribuye fitosanitarios y silosbolsas, y que al mismo tiempo, los recupera.
Dos corrientes
Las líneas de trabajo son básicamente dos, la que recupera polietileno de baja densidad (silobolsa) y de alta densidad (envases). Sin embargo, Luetto señala que lo que marca la diferencia es que el procesamiento de uno de los residuos, específicamente los bidones de productos fitosanitarios, está regulados por ley.
“La ley nacional de envases regula el tratamiento de los bidones y por eso nuestro trabajo sobre ese residuo está limitado y controlado por los diferentes marcos legales provinciales, en este caso el de Santa Fe”, explicó.
La normativa se sancionó a nivel nacional en 2016 y dos años más tarde su reglamentación determinó los usos no permitidos del material y detalló los requerimientos mínimos que deben acreditar tanto los denominados Centros de Almacenamiento Transitorio (CAT) como los operadores para obtener la habilitación.
Sin embargo, cada jurisdicción debió adherir y aprobar su propio marco regulatorio. Pese a ser agrícola por excelencia, Santa Fe recién avanzó en ese sentido en 2023 y en los hechos concretos cuenta por estos días con apenas un CAT en todo su territorio, cuando 15 es el número establecido.
Por eso, recién a partir de 2023 y con la regulación santafesina establecida, la planta de Cañada de Gómez comenzó a operar con envases. Por ahora, ese residuo “representa el 10% del total que se recicla en la planta” y esa amplia disparidad en el volumen tiene varias explicaciones.
Por un lado, el bajo número de CAT y la baja distribución de bidones a través de la Asociación Campo Limpio, la entidad conformada por las empresas registrantes de los envases y las únicas responsables de la redistribución del material que producen; por otro lado, la propia distribución del volumen dentro de plástico agrícola que está representado en un 30% por envases y en un 70% por silobolsa.
De hecho, un bidón de glifosato de 20 litros pesa apenas un kilo y un silobolsa estándar de 60 metros pesa 120 kilos, detalló Luetto para graficarlo.
El proceso
Con una capacidad nominal en la planta para el tratamiento de 7 mil toneladas de residuos al año, ACA se propone recuperar el equivalente a la producción de plásticos que vuelca al mercado anualmente y que representa el 10% del total del mercado agrícola.
Los “números reales”, como dice Luetto, marcan un cierre de año con 4 mil toneladas de residuos procesados. El proceso general de tratamiento, detalló, “es el inverso al que tiene una fábrica de artículos plásticos” y explicó: “La fábrica de bidones parte del pellet plástico y termina en un envase; en tanto en la planta se arranca de un producto terminado que se transforma en un producto granulado, ya usado, que cumplió su primer ciclo de vida y con el cual se pueden hacer nuevos productos”.
En el caso del plástico obtenido de los silobolsas, la única limitante para su reutilización es su color, ya que las capas internas de las bolsas utilizadas en el sector agrícola son de color negro, lo que da como producto final un pellet plástico oscuro. En tanto, en el caso de los envases, si bien el pellet es claro y de mejor calidad, los límites están dados por su origen y por las regulaciones que establecen que no pueden ser reutilizados para ningún uso alimentario ni que tenga contacto con el ser humano.
“Se fabrican lomos de burro, conos para seguridad vial, los tritubos por donde pasa la fibra óptica, y caños cloacales”, detalló para explicar los usos más comunes.
Si bien para el 2025 ya se prevé un incremento del 25% en el volumen de plástico procesado, el gerente de la planta en Cañada de Gómez no dejó de señalar “las limitantes” que enfrentaron hasta el momento, una de las cuales es la baja proporción y recolección de residuos en la zona de influencia.
“Hoy Santa Fe tiene sólo un centro de almacenamiento de envases, a medida que eso vaya creciendo nosotros esperamos que llegue más plástico”, remarcó Luetto.
Cambio de perspectiva
El segundo punto es “la alta informalidad en el recupero del silbosa” donde apenas el 30% de la recuperación se lleva adelante a través de empresas que realizan el servicio y lo facturan. Y la última, que estimó “en vías de solución”, es la provisión de repuestos y nuevas versiones de los equipos de procesamiento que son de origen europeo y para los cuales se requiere material importado.
Y aunque no lo señaló como limitante, Luetto destacó que para que haya un incremento en el volumen de la industria de la recuperación también es necesario un cambio de mirada.
“La planta de ACA emplea a 19 personas, todas formalizadas y en blanco”, dijo. “Destaco esto porque la recuperación de residuos se asocia habitualmente a una economía de subsistencia o a mini-emprendimientos, cuando en realidad es una actividad que como en este caso no sólo puede ofrecer empleo de calidad marcando así un impacto social fuerte, sino que además tiene un alto valor y gran capacidad de ahorro en recursos fundamentales como es el gas, por ejemplo, que se utiliza en las plantas de plásticos”, consideró el gerente, convencido de que “un marco legal adecuado y un cambio en la perspectiva, haría que muchas más empresas se interesen en este mercado”.