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01.08.2024

Cine debate

"El agrónomo", una película sobre una cuestión incómoda

La película dirigida por Martín Turnes, que pasó por los festivales Bafici y Finca, pone en debate el uso de agroquímicos y el modelo de producción en la zona pampeana argentina, muy cerca del "Día del Agrónomo"

Por: Angel Loto

En la penumbra del cine, mientras corrían los títulos del final de una película y la sala se debatía en silencio entre aplaudir o no, una silueta se movía entre las filas de butacas y casi como haciendo una reverencia encaraba a cada uno de los espectadores. Recién cuando nos llegó el turno (a mi hija y a mí) vimos lo que en realidad hacía: entregaba una hoja, un panfleto, y lo acompañaba con un lacónico “por favor”.

Salimos del cine El Cairo un tanto interpelados por el contenido del filme, esos que dan para intercambiar opiniones así en caliente, esos que son especiales para la controversia. Cuando el frío de las calles del julio rosarino pegó duro en el rostro y caló fuerte en los huesos, cruzamos primeras impresiones y preguntas y cuestionamientos al voleo.

La película de marras es “El agrónomo”, dirigida por Martín Turnes y filmada en la localidad bonaerense de Marcos Paz, con un elenco encabezado por Diego Velázquez, Ángeles Zapata, Valeria Lois, Alfonsina Videla Benzo y Lautaro Zera, que se sigue exhibiendo en el cine público de la calle Santa Fe (Rosario) en el que fue estrenada con la presencia del director, aunque ya había pasado por el Buenos Aires Festival de Cine Independiente (Bafici) y el Festival Internacional de Cine Ambiental (Finca) y se proyecta en el cine Gaumont de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires desde hoy.

La cinta comienza con el viaje en auto de un matrimonio y su hija por campos de la más profunda ruralidad pampeana, el núcleo de la cuestión. Un ingeniero agrónomo (Diego Velázquez) se muda con su familia a una de las zonas de mayor producción agropecuaria del país y su trabajo es el eje del relato. Se lo ve ordenar las dosis de “glifo” (así le dice al glifosato) y otros agroquímicos, también asiste a los partidos de pato de su empleador y hasta se sube al mosquito (la máquina agrícola que fumiga) aceptando el desafío del chofer encargado de esa labor.

Su hija (Ángeles Zapata) mientras tanto teje nuevas relaciones en el pueblo rural y se engancha en un grupo de freestyle en el centro cultural, del que sale un novio (el líder de los raperos ambientalistas) y una amiga, que enferma gravemente y desencadena el nudo temático del filme, porque no hace falta decir que su enfermedad es consecuencia directa del contacto con los productos químicos. 

El ingeniero agrónomo, un honrado y gris profesional que ve cómo se desmorona todo a su alrededor, recibe los cuestionamientos de su hija adolescente y se enfrenta a un gran dilema: ¿tendrá que elegir entre su trabajo y su familia?

Así planteado, “El agrónomo” navega en las aguas de un thriller descarnado que mantiene el interés por un desenlace que quizá no sea tal. La cámara pone el foco en ese hombre atormentado pero así nos cuenta una “otra” realidad, la de los pueblos fumigados, y toma partido y conduce a una inevitable moraleja. Pero lo hace a través de una historia mínima, una familia y su resquebrajamiento, dos modos de ver el mundo.

A mi hija no le gustó mucho, cuando desandábamos el camino a casa a la salida del cine me dijo que estaba llena de clichés. Primero desde el punto de vista del mundo freestyle (que vendría a ser su metier), pero también desde el tema mismo del ambientalismo y esas cuestiones. Asentí, aunque repliqué lo valorable que resulta abordar con una mirada artística, y hacerlo ficción, un tema tan polémico y tan caro a los intereses de todos.

Como no buscábamos ponernos de acuerdo ni disentir, hablamos durante toda la cena de la película y esos aspectos que pasan desapercibidos o que ofrecen varias interpretaciones. Y entonces coincidimos en que quizá el valor de la cinta en cuestión sea poner en el centro del debate el tema de ese modo de producción, la posibilidad de vivir de manera más saludable y tal vez la naturalización del uso de agrotóxicos. Y esto más allá y más acá de la postura que uno tenga tomada al respecto.

Por eso debe ser que generó tanta polémica, ya que ni bien se estrenó en los festivales antedichos, los “productores rurales” y sus voceros defenestraron al filme y a su director en redes sociales, mientras que grupos e instituciones ecologistas celebraron la valentía de una producción que denuncia contando una historia y que potencia el tono documental de lo realizado hasta hoy.

Para los postres dejamos el volante que recibimos en el cine, que firmaba un “Grupo de Ingenieros Agrónomos de Verdad y por la Verdad”, y que luego de enumerar todas las incumbencias de un ingeniero agrónomo invitaba a no quedarse “con una visión sesgada de la agronomía”.

“La película cumplió muy pronto el rol de cuestionar. Antes del estreno ya se había armado una inmensa bola de nieve”, dijo el director Martín Turnes sobre las denuncias y las críticas recibidas de las que pronto se hicieron eco medios de prensa defensores del agronegocio.

“El agrónomo” es incómoda, desde todo punto de vista, y ese quizá sea su mayor mérito. Porque visibiliza una cuestión bastante oscura y pone en discusión un tema espinoso, justo en estos días: el próximo 6 de agosto se festeja el Día del Agrónomo. Ahhh… la dan este viernes 2 de agosto en El Cairo, a las 22.30.

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