Industria
23.12.2025

Del residuo a la energía

Arman plantas de biogás llave en mano y ahora estrenan tecnología en una láctea

Comenzaron gestionando residuos industriales y escalaron el negocio. Están construyendo una planta a medida para una empresa alimenticia

Por: Agustina Roldán mail

SLB Ingeniería, una empresa del Grupo Solamb, avanza con la construcción de una nueva planta de biogás en la localidad de Recreo (Santa Fe) para Mafralac Alimenticia - una compañía láctea con 25 años en el mercado argentino que comercializa productos con la marca Franz - destinada a transformar los efluentes de la industria, incluida su fracción grasa, en energía renovable a gran escala. 

La inversión está destinada a esta planta permite dar un salto hacia otro tipo de tecnología: un biodigestor anaeróbico desarrollado por primera vez desde SLB Ingeniería. La implementación de una primera etapa de biodigestión permitirá producir biogás que puede utilizarse con diversos fines. 

Se trata de una solución "llave en mano" para Mafralac Alimenticia, que de este modo busca optimizar su gestión de efluentes y reducir su dependencia energética. La instalación, que se prevé esté lista a fines de 2026,  está diseñada para tratar integralmente corrientes típicas de la industria láctea, con cargas térmicas que oscilan entre 25 °C en invierno y 35 °C en verano y apunta a generar una potencia energética de 1,5 MW. 

Por tratarse de residuo lácteo —con altos niveles de materia orgánica y presencia de grasas— la tecnología de “contacto anaeróbico” aparece como la más adecuada, explicaron desde SLB. El sistema propone etapas de biodigestión en paralelo, con agitación hidráulica y decantación final, que permiten separar, retener y recircular la biomasa activa, extendiendo el tiempo de permanencia de los sólidos dentro del sistema. De ese modo, se logra una degradación más completa de los compuestos orgánicos y su posterior metanización, antes de derivar el efluente clarificado a un tratamiento aeróbico final previo a su vertido. 

 El biodigestor anaeróbico fue desarrollado por primera vez desde SLB Ingeniería para Mafralac.

“Este diseño tecnológico de contacto anaeróbico  –uno de los primeros desarrollos para la biodigestión de efluentes con sólidos suspendidos – utiliza biomasa floculada y permite tener un tiempo de retención hidráulico, proporcional al caudal, y otro mayor para la retención de los sólidos", explicó Sandra Hernández, responsable de I+D de Grupo Solamb.

También detalló que este desarrollo se hizo en conjunto con Eduardo Groppelli, el mismo tecnólogo que diseñó la planta del Grupo Solamb y varios proyectos que realizaron en SLB.

Innovadora

El proyecto introduce varias innovaciones para el ecosistema local. A diferencia de las lagunas cubiertas que caracterizan a la planta que Grupo Solamb opera en Timbúes, esta instalación se construye íntegramente en hormigón y acero inoxidable y parte de los tanques están bajo el nivel del suelo. Tiene una dimensión de 10.000 m3 y los dos biodigestores permiten tratar 5.000 m3 de efluentes cada uno. El objetivo es aprovechar el calor del terreno para mantener estable la temperatura del sustrato y mejorar el rendimiento energético del proceso. 

“Es un desafío importante desde la ingeniería, pero en términos de eficiencia posterior vale la pena”, agregó Hernández.

Para la empresa láctea, el impacto es doble: por un lado, mejorar la gestión y depuración de sus efluentes reduciendo carga orgánica e impacto ambiental; por otro, recuperar biogás como vector energético para avanzar en eficiencia y circularidad, en un contexto donde “ser más eficientes en términos energéticos y en consecuencia productivos” se vuelve una ventaja competitiva. 

En términos ambientales, los cambios en las instalaciones aportan mayores ventajas al tratamiento de efluentes realizados en lagunas aeróbicas, donde el biogás producido termina en la atmósfera provocando un "efecto invernadero potenciado", explicaron desde SLB. A su vez, los residuos bajan su carga orgánica, y como consecuencia de eso, generan menos impacto ambiental.

“Es un esquema de ganar-ganar en esta clase de proyectos porque se utiliza un residuo que antes era un problema para luego valorizarlo y generar energía limpia, que en este caso es el biogás", explicó Hernández y detalló que "utilizar esa energía para procesos propios reduce gastos energéticos a la vez que se tratan de forma correcta los residuos, disminuyendo también su carga orgánica y su impacto ambiental”.

Negocios que se diversifican

El proyecto también refleja una evolución del grupo. Solamb nació como operador de residuos y hoy gestiona en Timbúes una planta que convierte efluentes líquidos industriales de alta carga orgánica en biogás para generación eléctrica y térmica. De hecho, desde 2018, esa planta funciona de manera autosustentable, sin conexión a la red, produciendo energía eléctrica y térmica a partir del residuo. Más de 2,5 M de kWh anuales y casi 3 M de m3 de biogás, equivalentes al consumo eléctrico de unas 3.000 personas por año.

Esa experiencia fue la base para el desarrollo de un segundo negocio: la ingeniería y construcción de plantas a medida para industrias que, por volumen y tipo de residuo, pueden cerrar su propio ciclo energético.

“El aprendizaje de doce años de operación nos permitió entender qué tecnologías funcionan en Argentina y cuáles no”, señaló Hernández. En ese camino, el grupo optó por desarrollos propios, apoyados en capacidades locales y en la articulación con el sistema científico. La planta de Timbúes, por ejemplo, fue diseñada junto a la Universidad Nacional del Litoral, bajo criterios de bajo Capex y Opex. Esa misma lógica se traslada ahora al proyecto de Recreo, aunque con una tecnología distinta, más adecuada para residuos con mayor contenido de sólidos, como los que genera la industria láctea dedicada a la producción de leche en polvo.

En paralelo, el grupo trabaja en nuevas líneas de investigación. En Timbúes, Solamb avanza con un proyecto de hidrólisis térmica, desarrollado junto a universidades y organismos científicos, que busca pretratar residuos con mayor contenido de sólidos para luego incorporarlos al proceso de biodigestión. Se trata de una etapa piloto, financiada por programas provinciales, que apunta a evitar la construcción de plantas paralelas y maximizar el uso de la infraestructura existente. “La I+D es estructural en nuestra empresa. Cada innovación que logramos surge de esa articulación entre sector público y privado”, destacó Hernández.

La planta de Recreo no será un caso aislado. Desde SLB Ingeniería ya proyectan desarrollos similares para otras industrias lácteas, en Córdoba por ejemplo, y analizan esquemas de financiamiento que permitan reducir la barrera del costo inicial. “Estas plantas requieren inversión, pero con el escenario energético actual empiezan a ser cada vez más viables. El biogás puede competir con el gas natural importado”, afirmó Hernández.

Con esta obra en marcha, Grupo Solamb suma una nueva pieza a un modelo que busca escalar: convertir residuos industriales en energía, con tecnología adaptada a la realidad local y soporte técnico permanente. “La idea es pasar de un esquema donde el residuo es un costo, a uno donde se convierte en un insumo energético”, resumió Hernández.

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