Buen olfato
Le sacó el mejor aroma a la lavanda y se instaló en el mercado del relax
Dirige plantaciones orgánicas y elabora productos artesanales de cuidado personal. Una marca con impacto que mide su huella de carbono
Por: Florencia Boeri mail
La cosecha manual de flores de lavanda para elaborar productos aromáticos artesanales que provienen de cultivos orgánicos. Ese es el recorrido que realizó Carina Di Caro, que se transformó en Aroma a Campo by Carina Di Caro, un emprendimiento que conjuga con buen aroma el negocio con la biodiversidad.
Di Caro, quien es catadora de lavandas, dirige procesos de cultivos orgánicos que le valieron la selección de Mujeres Empresarias de la Federación Económica de la Provincia de Buenos Aires (Mefeba) para medir la huella de su emprendimiento. Además, la emprendedora recibió premios como el Internacional Award The Best 2025, del Programa Internacional de Escuelas Hermanas Federación Mundial de Mujeres Grandes Maestras por su trabajo.
Aroma a Campo pone en el mercado productos elaborados con aceite esencial puro de lavanda y flores provenientes de campos orgánicos y producción agroecológica. El aceite lo obtiene por arrastre de vapor y lo aplica a productos como sales de baño de inmersión para el relax, velas de soja, almohadillas rellenas, antifaces rellenos, bolsa caliente para pies, entre otros.
La cosecha y secado de las lavandas se realiza en campos en la comarca turística de Sierra la Ventana, a 700 kilómetros de la ciudad bonaerense de Campana, donde Di Caro reside. Para eso trabaja con cuatro productores diferentes.
En diálogo con Ecobiz, Di Caro explica que las plantaciones de lavanda se comercializan en todo el mundo y actualmente en Argentina están en auge pero en una producción a baja escala.
Hay dos maneras de cultivar esa plata: con maquinarias, tal como se hace en Francia y España, o como hace ella, cosechando a mano, “a la vieja usanza”.
¿Por qué elige este método? “La calidad final depende muchísimo del tipo de cultivo que hagan”, afirma Di Caro, quien opta por tres tipos diferentes de cultivos.
El cultivo orgánico certificado se realiza sin agrotóxicos ni fertilizantes sintéticos, debe cumplir con normas nacionales o internacionales y ser auditado por una entidad certificadora.
Por otro lado, el cultivo agroecológico promueve prácticas sustentables basadas en el conocimiento local y la biodiversidad y aunque no siempre cuenta con certificación, tiene en cuenta el impacto social, económico y ambiental del sistema productivo.
“Lo más nuevo es el cultivo biológico”, comenta, y explica que este implica preparar todo un ecosistema previo a la plantación, con ingenieros agrónomos que realizan estudios específicos del suelo.
Asegura que en el campo donde realiza este cultivo, la misma variedad de lavanda huele totalmente diferente porque tiene una plantación alrededor de cítricos y frutales que le dan otro aroma. “Lo principal en todo esto son nuestras amiguitas, las abejas”, asegura.
El aroma de una lavanda u otra está determinado por las plantas nativas o por los cultivos que hay alrededor. “No es como la soja, que cosechás cientos de hectáreas y ya sabés más o menos el rinde que vas a tener”, señala. “En la lavanda trabajás con poca cantidad y necesitás tiempo: plantas hoy y recién el año que viene vas a tener algunas flores, pero para que la planta esté en su máximo esplendor tienen que pasar cinco o seis años”, explica la productora.
Di Caro pasa tres meses en la comarca turística de Sierra de Ventana trabajando en los campos porque en ese periodo se hace toda la cosecha, el disecado, se destilan los aceites y los hidrolatos. Luego, lleva toda esa materia prima a Campana donde elabora los productos finales.
Energía verde y reutilización
“La cosecha la observo de cerca porque yo quiero que mi producto final tenga determinadas pautas y sea a la vieja usanza porque es menos contaminante. Es más, uno de los campos que hace el destilado utiliza energía solar”, cuenta.
Otras medidas que la productora implementa es vender las sales de baño en frascos de vidrio reutilizables y aplicar un descuento a quien vuelve a comprar devolviendo dicho envase. Su packaging es de cartón, y en caso de que el cliente elija una presentación de cajas de colores, las mismas están pintadas con pintura biodegradable.
Aroma a Campo by Carina Di Caro se especializa en venta minoristas, pedidos personalizados o regalos corporativos. El producto que más vende son los antifaces, rellenos con flores de lavanda y elaborados con tela 100% algodón. “Solo trabajo con telas sin poliester”, asegura.
Si bien la emprendedora evita hablar del nivel de ventas, asegura que desde que comenzó el proyecto en 2020, estas se incrementan año a año.
Su aspiración es generar fuentes de trabajo “sin perder lo artesanal”. La empujan dos grandes aspiraciones: que su producto sea referente y por ese medio, promover el turismo de la región en Sierras de la Ventana.
El pueblo en el que trabaja es Saldungaray, donde Di Caro tiene una casa, la primera de vacaciones en el pueblo y también la primera hecha de hormigón armado y con ladrillos huecos que fueron trasladados desde Buenos Aires. “Como no tuve hijos, quiero dejar algún legado”, confiesa.
Mientras tanto, espera el resultado de la medición de la huella de carbono de Aroma a Campo, la cual está en plena etapa de ejecución por el Mefeba: una iniciativa empujada por la Convergencia de Empresarias del Mercosur (CEM).

