Proceso cambios
El molino que alimentó generaciones y hoy reporta, recicla y usa energía renovable
Es una industria centenaria de Argentina que transformó su proceso productivo hacia una matriz más sostenible con acciones concretas. Los resultados
Por: Eugenia Langone mail
Tanta es la historia de Grupo Molino Chacabuco que su centenaria planta se levanta a pocos metros de la plaza principal de la ciudad bonaerense de la que adoptó su nombre. Su recorrido desde 1918, cuando fue adquirido por la consignataria de hacienda Crespo y Rodríguez, es parte de la localidad que hoy ronda los 54 mil habitantes. A más de cien años de ese inicio, la empresa de origen familiar también tiene un camino recorrido en materia de sostenibilidad: su planta histórica se abastece en un 90% de energías renovables que suministra YPF Luz, utilizan para su producción envases 100% reciclables y este año presentó su primer reporte de sustentabilidad.
Paola Crespín, jefa de Sustentabilidad de la firma, puede repasar la historia de la compañía al dedillo y la define como “una empresa de origen familiar de muy bajo perfil que comenzó a funcionar cuando la plaza principal todavía estaba alambrada para que no se metieran animales de hacienda”. Eso explica por qué el molino harinero original, que hoy produce 10.500 toneladas mensuales sólo de harinas y que está a dos cuadras de la plaza principal y la iglesia, sumó con los años un centro de distribución en un sector más alejado de la ciudad donde se lleva adelante el proceso de envasado.
De ser un tradicional molino industrial para el abastecimiento de panaderías, el inicio de la década del 90 marcó un hito: la llegada a las góndolas con harinas para consumo hogareño con las tres líneas básicas tradicionales 000, 0000 y leudante. Hoy producen además harinas integrales enriquecidas con legumbres, semillas, una tercera elaborada a partir de granos ancestrales sin modificación genética, así como una reciente línea orgánica y una otra adicional a base de harinas sin gluten/ sin TACC aptas para celíacos.

Sin embargo, tras la elaboración de alimentos para animales de granjas, la compañía sumó en 1998 la producción de alimentos para mascotas y actualmente pone en el mercado 6.300 toneladas de las marcas Gaucho, Raza, Pampa, Juvenia Nutrition y Mapu.
Su ubicación, indica Crespín, siempre generó una especial atención sobre el impacto de la producción sobre en la ciudad, el ambiente y la convivencia con los habitantes vecinos.
“El estar en el centro de la ciudad y nuestro compromiso por la sustentabilidad, nos llevó siempre a una gestión ambiental muy cuidada, que va desde el manejo de los camiones hasta la minimización del particulado”, dice la responsable del área, que agrega que todo proceso se lleva adelante a través de firmes controles operacionales.
El camino de la sostenibilidad
A la mirada histórica, el enfoque ambiental se fortaleció en 2008 cuando pusieron en marcha lo que Crespín llama “un ordenamiento de la estructura de gestión ambiental y un plan de mejora continua”, lo que permitió iniciar el proceso de certificación ambiental y abrió las puertas a diferentes programas de compromiso de empresa de triple impacto, así como al primer reporte de sostenibilidad que se desarrolló de julio de 2023 a julio de 2024.

Con más de 300 trabajadores, desde agosto del año pasado la firma abastece su planta principal con energías renovables en 90% a partir de un convenio firmado con YPF Luz. Un paso que cada año permite un ahorro de 3.800 toneladas de dióxido de carbono, equivalente al consumo de 4.400 hogares.
Esa energía proviene del Parque Eólico de General Levalle que la compañía de energía tiene en la provincia de Córdoba y que cuenta con 25 aerogeneradores y tiene una capacidad instalada de 155 megavatios. El molino utiliza el equivalente a 3,14 MW de capacidad instalada del parque.
Además, la empresa sumó la instalación de paneles solares para el suministro de energía para el bombeo de agua para el consumo de la unidad agropecuaria - ubicada en el sur de la provincia de Buenos Aires- así como sistemas de monitoreo para el uso eficiente del agua.
En paralelo, actualizan maquinaria en la línea de alimentos de mascotas para bajar el consumo energético y, a partir de un convenio con Toyota, trabajan con autoelevadores para los movimientos internos en la planta de distribución que funcionan con baterías de litio.

Uno de los desafíos son los envases y fundamentalmente, los de las líneas de mascotas, indicó la ejecutiva. Si bien la compañía no sólo utiliza packaging 100% reciclables para esas líneas y no produce residuos plásticos, llevar adelante transformaciones en ese sector es un desafío sobre el que trabajan.
“Actualmente aún se utilizan, sobre todo para las harinas de consumo hogareño, envases laminados de polipropileno y polietileno, aunque ya estamos buscando alternativas más sostenibles como son los envases laminados en bioplásticos que se producen en base a almidón de maíz”, adelanta Crespín
Con todos estos avances, además de trabajar con las calculadoras de huella de carbono para harinas que elaboraron el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) y el Instituto de Tecnología Industrial (Inti), dieron este año el paso hacia su primer reporte de sostenibilidad.
A partir de allí, Crespín señala que surgen los nuevos desafíos para una empresa centenaria que produce alimentos de calidad para personas y mascotas a través de nueve marcas, más de 140 mil toneladas de alimentos para el mercado interno y otras 22 mil que son exportadas.
“El camino es sobre todo fortalecer el compromiso con todos los objetivos planteados y avanzar fundamentalmente en el uso de energías renovables, así como hacer un fuerte trabajo en mejorar la eficiencia para reducir en términos generales los residuos que se producen, hacia allí irán nuestros grandes esfuerzos”, concluye Crespín.