Cada gota cuenta
Detectives del agua: ayudan a rastrear la huella hídrica en el campo
Ofrecen tecnología de punta y servicios para gestionar una demanda cada vez más urgente de los productores agropecuarios. Conocé cómo lo hacen
Por: Juan Ignacio Paur mail
“Los mercados internacionales ya no buscan solo productos, sino historias detrás de cada alimento”, asegura Gonzalo Riera, ingeniero agrónomo y fundador - junto a Marcela Lozano- de DropWise, una compañía argentina que implementa soluciones tecnológicas para medir la huella hídrica en la producción agropecuaria que se trazó un objetivo claro: “Que cada kilo que se produce tenga un registro sobre cómo se hizo, con cuánta agua y bajo qué condiciones”.
Nacida en Buenos Aires, DropWise implementa soluciones tecnológicas para medir y reducir la huella hídrica en la producción agropecuaria, una de las principales demandas del productor agropecuario moderno, que ya no sólo produce sino que debe demostrar que lo hace de manera sustentable para atender mercados cada vez más exigentes como los de la Unión Europea.
Con sensores, modelos predictivos y colaboración con el Inta, la empresa ayuda a productores y compañías a optimizar el uso del agua y cumplir con estándares internacionales de sostenibilidad, en un contexto de creciente demanda global por alimentos trazables y sustentables.
“La huella hídrica nos permite transformar datos en decisiones concretas para reducir el consumo y mejorar la sostenibilidad”, explica Riera.
¿Qué es la huella hídrica?
La huella hídrica es la cantidad total de agua utilizada para generar un producto o servicio, incluyendo agua azul (proveniente de ríos, lagos o acuíferos), agua verde (lluvia disponible para los cultivos) y agua gris (aguas residuales).
La empresa aplica estas mediciones bajo normas internacionales y ofrece a los productores un análisis preciso del consumo hídrico, pero también oportunidades de optimización en distintos tipos de producción agropecuaria.
Para encarar este trabajo usa tecnología de punta combinada con datos de campo y análisis técnico. Utiliza sensores de humedad, caudalímetros, registros de consumo y modelos predictivos para optimizar el riego y el uso del agua. Luego, consolida todos los consumos para calcular la huella hídrica de cada cultivo, producto o empresa, siguiendo normas internacionales como la ISO 14046, lo que da como resultado informes confiables y reconocidos globalmente.
“Lo más importante no es solo la toma de datos, sino lo que se hace con ellos después”, agrega Riera. “Analizamos los resultados y hacemos recomendaciones técnicas, desde la calibración del riego hasta la reutilización del agua de lluvia”.
Clientes y estándares globales
Entre sus clientes, DropWise trabaja con grandes productores de cultivos extensivos en la región pampeana y frutales de la Patagonia, donde la certificación de huella hídrica es clave para exportadoras de fruta fresca. También asesoran a bancos, aseguradoras y startups tecnológicas que buscan certificar su impacto ambiental. “No solo medimos en el campo; ofrecemos un servicio transversal, aplicable a distintos sectores que buscan demostrar transparencia y compromiso ambiental”, subraya Riera.
La empresa trabajó con más de 3.000 clientes, incluyendo importantes compañías aceiteras, frutales y agropecuarias, así como de otros sectores que no necesariamente están vinculados a la actividad primaria.
Para garantizar los resultados, opera siguiendo las metodologías del Water Footprint Network, desarrolladas por Arjen Hoekstra en Países Bajos, reconocidas mundialmente para la medición de huella hídrica. Esto asegura que los informes “sean consistentes y reconocidos internacionalmente, algo clave para empresas exportadoras o que buscan cumplir regulaciones globales de sostenibilidad”, indicaron los especialistas.
Según Riera, “Europa está mucho más avanzada en este sentido, pero en Argentina somos de los primeros en aplicar esta normativa, y eso nos coloca como pioneros en la región, demostrando que es posible gestionar el agua de manera responsable y competitiva”.
Conciencia y futuro
Riera destaca que medir el consumo de agua no solo optimiza procesos y hace más rentable el negocio, sino que también garantiza transparencia frente a mercados cada vez más exigentes.
“El mundo va hacia eso. En Europa ya exigirán carne libre de deforestación para ingresar al mercado europeo bajo la nueva normativa EUDR (reglamento sobre deforestación), y como Argentina es uno de los principales exportadores de alimentos debemos ser transparentes, contar con certificaciones y cuidar el agua”, afirma.

Los productos de origen animal presentan, en particular, una huella hídrica significativamente mayor que la de los cultivos agrícolas. Se estima que producir un kilo de carne vacuna requiere más de 15.000 litros de agua, lo que hace imperativo un manejo responsable del recurso.
“El desafío principal es lograr conciencia y adopción tecnológica entre los productores, que históricamente han trabajado con riego ‘a ojo’ o con poco control de datos”, explica Riera



