Gestores
07.03.2025

Sector agropecuario

Los falsos opuestos del campo del futuro

Innovación y productividad deben sumar prácticas sustentables. La autora de la nota señala que las empresas que no lo comprendan  ponen en riesgo reputación y rentabilidad

Por: Marisa Siboldi (*)

Sequías, inundaciones y otros fenómenos climáticos extremos amenazan la producción agrícola, con impacto directo en la estabilidad y previsibilidad de las cosechas. Este escenario no es de un analista agorero aislado, sino de un informe presentado por la Subsecretaría de Ambiente de la Nación, que detalla la alta vulnerabilidad del sector agropecuario a los impactos climáticos futuros y las amenazas proyectadas para cada región del país. 

El panorama para los próximos años no parece más alentador: el último Informe de Riesgos Globales que elabora anualmente el Foro Económico Mundial concluyó que los mayores riesgos planetarios de largo plazo están asociados con cuestiones medioambientales.

Fenómenos meteorológicos extremos dominan el panorama de riesgos a 10 años, seguidos por pérdida de biodiversidad y colapso de los ecosistemas, cambios críticos en los sistemas terrestres, y escasez de recursos naturales; cuyo impacto en la producción agropecuaria es inevitable.

Esto se suma a un planeta con cada vez más población para alimentar, lo que plantea necesidades cada vez más demandantes de productividad y eficiencia para el sector.

La inversión en innovación y nuevas tecnologías se vuelve indispensable para obtener una mayor rentabilidad, pero también son imprescindibles mejores prácticas que permitan reducir riesgos, mejorar la resiliencia ante los impactos climáticos y hacer un uso más eficiente de los recursos disponibles.

Y si bien algunas medidas y declaraciones del gobierno actual parecieran ir en la dirección opuesta, las regulaciones y políticas públicas no ignoran los requisitos y estándares de triple impacto que hoy exigen los mercados a nivel global, puntualmente en el sector agrícola. 

Incluso uno de los objetivos prioritarios del gobierno para este año es el ingreso a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), lo que conlleva exigencias en políticas y prácticas en áreas como son los derechos humanos, laborales y medioambientales. La Ocde se centra en identificar los elementos que conducen a cambios positivos en lo económico, social y ambiental.

Aquí es donde la sustentabilidad y el negocio hacen sinapsis: una gestión que incorpore atributos sostenibles no solo aumenta la productividad y rentabilidad de las operaciones, sino que es necesaria para alcanzar los estándares establecidos por organizaciones como la OCDE.

"La inversión en innovación y nuevas tecnologías se vuelve indispensable para obtener una mayor rentabilidad, pero también son imprescindibles mejores prácticas que permitan reducir riesgos"


Las empresas agroalimentarias que no comprendan la relevancia y el alcance de las nuevas demandas de sustentabilidad tienen su reputación y rentabilidad en riesgo en el mercado local y en jaque en el mercado internacional.

El sector necesita diseñar modelos personalizados de integración de sustentabilidad al negocio que le permita implementar esas buenas prácticas que redunden en mayores oportunidades de negocio y eficiencia de gestión. 

Estamos en un momento clave. El sector agropecuario se enfrenta a un futuro desafiante marcado por la creciente amenaza del cambio climático y la necesidad de alimentar a una población en constante aumento.

La adopción de prácticas sostenibles y la inversión en innovación tecnológica ya no son solo opciones deseables, sino imperativos para garantizar la rentabilidad y la supervivencia de los ecosistemas.

Las empresas que ignoren esta realidad se exponen a riesgos significativos, tanto en el mercado local como en el internacional. La integración de la sostenibilidad en el modelo de negocio es el camino a seguir para un futuro más próspero y resiliente.

(*) Consultora en Business & Sustainability

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